sábado, 14 de agosto de 2010

El gobierno de los elefantes


Los fondos de la Seguridad Social brillan como un botín


Atisbando //
Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Los fondos de la Seguridad Social brillan como un botín al cual desde hace tiempo se le quiere echar mano.

No importa que los montos sean el fruto de pequeños descuentos a empleados, ni que mucha gente confíe y crea que al final, cuando tenga pocas fuerzas, esté corto de vista, camine tan lento como el temor de tropezar le permita, hay que echarle mano para…lo que sea, para que una parte de lo que sea engrose los bolsillos de antiguos cadetes que predicaron lo que no creían.

Desde que llegaran al gobierno crearon un coro para cantar aquel aire jacarandoso: “aquí lo que pasa/ es que todos estamos borrachos”. Sí, borrachos de poder y nunca ahítos de dinero mal habido.

Por eso se puso de moda aquella frase en el período 1996-2000: “llegaron en chancletas y salieron en yipetas”.

Pues ahora es peor. Aquella acumulación originaria de capitales, de males (porque bienes no son) permitió que ahora las fortunas se vean desde otra óptica.

Que todos transiten en yipetas no es extraño y mucho menos que vistan y calcen de las más afamadas y exclusivas marcas, eso no es nada: ahora hay que beber güisqui de etiqueta azul de 25 o más años, que deben venderlos.

No se permite que las personas o empresas reporten algunos gastos, pero se desconoce si las investigaciones realizadas por la Contraloría y/o la Cámara de Cuentas incluyen el examen exhaustivo de las cuentas de gastos de los funcionarios.

La actuación de muchos antiguos amigos causa un mal sabor a la luz de largos años de sueños compartidos, críticas a los otros, a los demás, cuando no habían tenido la oportunidad de convertirse en “los demás, de los demás”.

Ahora, cuando tienen la oportunidad de convertirse en modelos de buena gestión, en ejemplos de austeridad, respeto por el contribuyente, temor a usar indebidamente el dinero ajeno, se ensucian fuera el cajón, en un olímpico desprecio por su propio pasado.

Se le encallece el alma a medida que aprenden a resbalar por la pendiente enjabonada de la corrupción y, como al alcalde del cuento de Gabriel García Márquez, le da lo mismo que le pasen la cuenta a su nombre o a nombre de la institución que dirigen.

Entonan la canción infantil que dice: “un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña y como veía que lo sostenía fue a buscar un camarada, dos elefantes, se balanceaban…” en un insaciable afán de dinero.

Así actúan, hasta que se haga justicia y tengan que aclarar el origen de sus bienes.

Santo Domingo, R.D., sábado, 14 de agosto de 2010

http://www.hoy.com.do/opiniones/2010/8/14/337954/El-gobierno-de-los-elefantes

http://www.desdemiescritoriord.blogspot.com/

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