viernes, 13 de agosto de 2010

"Asigún"





Radhamés Gómez Sánchez

Cualquier buen dominicano puede interpretar el lenguaje de los semáforos casi siempre dañados de la capital.

El estado normal de los semáforos que sirven a una tercera parte de la población, asemeja al hecho de que viva uno aquí sintiéndose en el mejor país del mundo. Vive uno "asigún" se presentan las circunstancias.

El "asigún" aplica para todo momento y lugar, y resuelve la dificultosa cotidianeidad dominicana. Los préstamos son lesivos desde la oposición, pero anhelados desde el gobierno, por ejemplo.

Si la luz está en verde, quiere decir precaución, el dominicano común se detiene. Si está rojo, la luz indica que hay que seguir raudo, antes de que bloquee la vía otro conductor que tiene la verde. Si está amarillo, tranquilamente el conductor seguirá su curso inalterable.

Esta indicación también aplica cuando a un mismo tiempo hay dos luces encendidas del semáforo, sean verdes y rojas, rojas y amarillas o rojas y verdes. En tales casos, el conductor acelera el vehículo antes de que se produzca el entaponamiento.

Cualquier dominicano lo sabe, y lo aplica en su diario vivir.

Así como con los semáforos, la sociedad dominicana actúa frente a sus leyes, con sus instituciones en las que nunca cree, con sus líderes y dirigentes.

Y uno se siente definitivamente bien. Al pasar raudo el semáforo con dos o las tres luces encendidas o con ellas apagadas; da igual. Sabe uno lo que callan líderes y dirigentes y se habitúa tanto como para pagar las tarifas más caras del mundo por el suministro permanente de apagones.

Aplica el "asigún" en cualquier sentido.

Ahí están los importadores de vehículos usados pegando el grito al cielo. Aduanas viola la ley elevando las tarifas para sus unidades traídas del extranjero. Y son lentejas. Si no pagan, les subastarán los vehículos en los muelles.

Ahí están los funcionarios del gobierno endeudando a la nación hasta la coronilla tras considerar hace poco más de un lustro que estaba sobresaturada la capacidad dominicana de endeudamiento. Y si la deuda externa no cubre la voracidad, acude al fondo de pensiones.

Ahí están los legisladores aprobando al vapor el progresivo endeudamiento público que se ha duplicado en los últimos tiempos. Y aprobarán sin duda que utilice este gobierno los fondos de los trabajadores.

Es que, como con los semáforos averiados, el dominicano se ha acostumbrado a todos los niveles a estar y actuar "asigún" las propias o ajenas circunstancias lo decidan.

Santo Domingo, R.D., miercoles, 11 de agosto de 2010

ragosa@gmail.com

http://www.desdemiescritoriord.blogspot.com/

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