martes, 31 de agosto de 2010

Sobre la separación de Bosch y Peña





Tony Raful

Es preciso insistir en el concepto de aproximaciones sucesivas a la realidad histórica datada como contribución al esclarecimiento de hechos y situaciones políticas que determinaron la ruptura entre el profesor Juan Bosch y el doctor José Francisco Peña Gómez. La importancia de recrear las razones y criterios de esa división nos conduce al establecimiento de responsabilidades y a la toma de conciencia del destino dominicano.

Una de las versiones que pretenden explicar esa desunión propone que Peña Gómez era partidario de que el PRD se levantara o movilizara a las masas para respaldar el desembarco de un destacamento guerrillero comandado por el héroe de abril, coronel Francisco Caamaño, a lo cual se opuso Bosch. Este argumento es falso, ni Bosch ni Peña tenían relaciones políticas ni militares con Caamaño en 1973.

Estas relaciones se habían roto a raíz del viaje a Cuba socialista de Caamaño y su decisión de procurar organizar la lucha armada en Santo Domingo sobre la base de una definición político revolucionario de identidad con el modelo guerrillero y con las ideas socialistas. Al respecto hay abundante documentación tanto de Bosch como de Peña en ese sentido, datos puntuales de esa separación consignada en la visita del mártir revolucionario, Heberto Lalane a Bosch en Benidorm (España) como en la entrevista en Roma, de Peña con Lalane, autorizada por Bosch, para delimitar los campos en torno a la unidad de propósitos y alianzas en los objetivos de la lucha armada.

Ni Bosch ni Peña habían pactado con Caamaño el apoyo político a su desembarco, ni tenían conocimiento sobre la fecha en que se produciría. Todavía más, tanto Bosch como Peña fueron desinformados sobre el día de llegada de Caamaño a través del Coronel Emilio Ludovino Fernández, quien había estado con Caamaño en Cuba y quien había regresado a Santo Domingo una semana antes; mientras los ”Comandos de la resistencia” también eran desinformados por Melvin Mañón, revolucionario del aparato urbano del proyecto Caamaño, quien aseguró, porque así se le dijo que dijera, y él también lo creyó, que el desembarco de Caamaño se produciría en términos de un año o más de tiempo.

La táctica y la política del PRD en febrero de 1973 eran compartidas tanto por Bosch como por Peña Gómez. La carta de Peña a Balaguer pidiéndole que le preservara la vida al héroe revolucionario y admitiendo su presencia en la cordillera central constituyó un gesto noble de Peña Gómez, pero no coordinado con Bosch, a quien la represión y persecución a muerte, de ambos, pero sobre todo de Peña, los separó por una barrera infranqueable, no sólo de gendarmes y fuerzas especiales, sino de oportunistas que inocularon veneno para irritar y sobredimensionar el gesto de Peña ante Bosch.

El partido se encontraba educando a los cuadros dirigenciales, altos y de base, en el conocimiento de la historia y la formación política, así como en la denuncia diaria de lucha contra el Gobierno del doctor Joaquín Balaguer, de repudio a sus arbitrariedades y contra sus intentos permanentes de reelección presidencial. Peña era el Secretario General del partido y era miembro de la “comisión permanente” y no tuvo ninguna diferencia en torno a la línea política del PRD, por el contrario, en discursos por Tribuna Democrática impulsaba la política trazada por Bosch.

Años antes, en el periodo 1969-70, en ausencia de Bosch, Peña motorizó fuertes y amplias movilizaciones de masas, muchas de ellas de carácter pre-insurreccional, con la finalidad de desmontar el aparato represivo del gobierno del doctor Balaguer, sobre la base teórica de los enunciados del profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sorbona de París, Mauricie Duverger, de que un Gobierno podía ser legal por su origen (producto de elecciones) pero ilegítimo por sus acciones y por su degradación antidemocrática, lo cual justificaba su desplazamiento. En la ejecución de esa política, Peña aglutinó las más diversas fuerzas políticas y sociales en medio de una ola represiva de carácter criminal, lo cual presagiaba en lo inmediato un baño de sangre sobre el país, debido a la precaria correlación de fuerzas entre sectores militares y el pueblo.

1996: Pena Gomez, Joaquin Balaguer, Juan Bosch, Leonel Fernandez.

En esas condiciones Bosch precipita su regreso al país y retoma la dirección política del PRD. Peña Gómez es quien le solicita que regrese de inmediato debido a la grave crisis de gobernabilidad existente y la pérdida de control del proceso de lucha. Peña se ausenta a Europa, no sin antes manifestar su total apoyo a la política implementada por Bosch a su regreso. Otro argumento falso es que Bosch y Peña se separan por alianza con los liberales de Washington preconizada por Peña.

En el texto de las cartas de Bosch a Peña Gómez, recopiladas por Alberto Despradel y editadas por Miguel Antonio Decamps, se comprueba claramente que fue Bosch quien alentó y estuvo de acuerdo con Peña Gómez para que se pusiera en marcha la política de denuncia y presión al doctor Balaguer en Washington, política ejecutada por Peña y Milagros Ortiz Bosch, basándose en la importancia como aliados de los liberales norteamericanos. Otro argumento falso es que Peña promovía la alianza con partidos de la derecha y de la izquierda, mientras Bosch negaba la utilidad de esas alianzas que perjudicarían los intereses y objetivos del PRD.

Bosch encabezó en principio la alianza con fuerzas de extrema derecha y con partidos de la izquierda revolucionaria llamada “Bloque de la Dignidad Nacional”, alianza, que aunque trunca, representaba sectores tan disímiles como los que prohijó Peña Gómez, en el “Acuerdo de Santiago”. Ambos, pues, eran partidarios de alianzas con grupos y fuerzas de derecha y de izquierda, incluso con golpistas de 1963 y adversarios de la epopeya constitucionalista de 1965. Volveremos sobre el tema.

Santo Domingo, R.D., martes, 31 de agosto de 2010

http://listindiario.com/puntos-de-vista/2010/8/31/156946/Sobre-la-separacion-de-Bosch-y-Pena

http://www.presenciadigitalrd.blogspot.com/

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