Jorge Herrera
El triunfo histórico logrado por Barack Obama con la aprobación en la Cámara de Representantes de la Ley de Salud que en principio beneficiará a más de treinta millones de estadounidenses, luego de casi un siglo de fallidos intentos, a contrapelo de los planes republicanos, prácticamente le garantiza el segundo período a que tiene derecho a optar un presidente norteamericano, según el ordenamiento jurídico-político de la unión.
Sin quizás, esa es la razón para que el senador y ex candidato presidencial, John McCain, haya reaccionado como un energúmeno, y evidencie el racismo que siempre ha prevalecido en el ánimo conservador, a los fines de que la cobertura sanitaria no alcance a la población negra y latina de la nación americana. Anunciar que aún con el refrendo de la cámara baja, el debate no termina, pareciera el aullido desesperado y lastimero de la más cretina irracionalidad.
El señor McCain es digno de pena, si creyó que con el tollo bancario y financiero, y la debacle inmobiliaria que heredó el presidente Barack Obama, fruto de la lavandería global de los dineros del narcotráfico, patrocinada e implementada por la desenfrenada y díscola política armamentista del degenerado George Bush Jr., el “come back” de los paquidermos del sistema a la Casa Blanca, rodaría sobre rieles suavizados con el fracaso demócrata.
Dice el socorrido refrán criollo que “no es lo mismo llamar al Diablo que verlo llegar”, y es verdad. Cuando los republicanos escucharon de labios del hoy presidente sepia que él representaba un cambio en el que se podía creer, seguro pensaron que se trataba de pura retórica. Sin otro contenido que el demagógico discurso, tan recurrido por el proselitismo populista y engatusador, que desborda en cada escrutinio el cántaro de las frustraciones.
Sin embargo, ahora que las palabras empezaron a transitar el sendero de los hechos. Ahora que “el verbo se hizo carne” como citan las Sagradas Escrituras. Ahora que la satisfacción logra enseñorearse en la cima de las aspiraciones. Ahora que el presidente Barack Obama, pregona con orgullo que “demostramos que este gobierno, un gobierno del pueblo y para el pueblo, aún funciona para el pueblo”, un amargado McCain ladra con rabia que le repele la justificada euforia demócrata. ¡Lástima que después de los otros cuatro años más, no podamos hablar!
Santo Domingo, R.D., viernes, 26 de marzo de 2010
jorgerrera15@hotmail.com
http://elnacional.com.do/opiniones/2010/3/26/43677/Mi-voz-escrita
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