Álvaro Arvelo hijo
El principal problema de la vigencia del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina y del impacto que tiene algunos de sus herederos, consiste en las fallas y faltas, omisiones e injusticias que han caracterizado la vida nacional a partir del ajusticiamiento del déspota.
El 30 de mayo del año 2011, o sea, el año que viene, estaremos recordando el 50 aniversario de la valiente y patriótica obra de la noche memorable del 30 de mayo de 1961, desarrollada en el famoso Malecón de Santo Domingo.
El generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina gobernó el país por casi 32 años (31 años, 9 meses y 16 días), dejando la República Dominicana sumida en la miseria y el atraso en todos los órdenes independientemente de los ya señalados, manidos y también importantes asuntos relacionados con el desarrollo de las instituciones nacionales.
En términos de un auténtico, real, funcional y eficaz mecanismo institucional y de desarrollo físico, fue muy poco lo que hizo, si tomamos en cuenta que por más de 3 décadas tuvo un control absoluto de este pedazo de isla, que pudo haber convertido en una “pequeña Suiza”, de habérselo permitido su egocentrismo, su megalomanía, su afán de lucro personal y su mentalidad atrasada, anacrónica, retrógrada, de escasas luces y demasiado ocupado en lo suyo y en lo de los suyos.
Ahora bien, vamos, repito, hacia medio siglo transcurrido del 30 de mayo de 1961 al 30 de mayo de 2011, y para esa fecha, aunque hemos debido hacerlo antes, estamos obligados, ante la historia, el presente, el futuro y la juventud dominicana, a pasar una revista autocrítica a lo que hemos hecho y dejado de hacer, en estos 50 años desde la desaparición del tirano.
Lo primero que sería necesario, inevitable, ineludible y necesario sería analizar por qué con el cadáver de Trujillo todavía calientito, la mayoría criolla le entregó de nuevo el poder a los trujillistas.
Y otros puntos serían, plantearnos de manera responsable qué ha hecho la democracia dominicana en estos 50 años que le pertenecen y cuyas responsabilidades no pueden evadir.
¿Es suficiente tener partidos políticos, libertad de expresión, derechos patronales y sindicales, elecciones libres que a veces de libres no tienen ni la “l” (recordar fraudes y campañas sucias), etcétera?
¿Y lo demás: salud, educación, obras viables, energía eléctrica, agua potable, empleos, ciencia, tecnología, viviendas, protección social, etcétera?
¿Fracasó la que don Juan llamaba la “mentada”?
Santo Domingo, R.D., viernes, 16 de abril de 2010
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/4/16/45619/Medio-siglo-Que-hacer
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