Andrés L. Mateo
Reinaldo Pared es mi senador porque yo soy del Distrito Nacional, de la circunscripción número uno, y como tal tengo derecho a formularle algunas recriminaciones. Sé que por muchas vueltas que se les dé a las palabras, siempre se escribe la misma historia, y que personajes como el senador Pared tienen que tratar de convertir el olvido en delirio.
Y por eso, mi primer señalamiento es decirle que usted no es ejemplar. Que ser ejemplar desde la Presidencia del Senado hubiera sido fortalecer el papel fiscalizador de ese órgano, oponerse al desborde de la corrupción, defender en primera instancia los bienes del pueblo y no los del Partido, dar el ejemplo con una conducta que alcanzara la estatura del paradigma.
Mi senador debe saber que, arrojada contra la degradación general de la sociedad, su ejemplaridad es penosamente inauténtica. Es tan sólo una confesión teatral atada a la distancia y la impunidad del poder. ¿No renunció ese Senado de la República a su sacrosanto papel fiscalizador en el caso de la Sun Land? ¿El “barrilito”, engendro de su creación, no es corrupción monda y lironda? Bajo el peso de la historia objetiva ser ejemplar no puede ser una pose, porque más allá de las palabras son las formas endurecidas de la realidad las que predominan.
Hay que ser objetivo, las campañas electorales en nuestro país son descomunales torneos de la mentira, y todo queda suspendido en el orden de la palabra, y no de la existencia. Pero el senador ya se embolsilló más de cuarenta millones del “barrilito”, y según mis informes, pasa de cien millones lo dispuesto para sustentar sus actividades. Todo, dinero del erario. Así que, ingenuo o no, se puede asumir que su autodefinición de ejemplar es un acto útil por la evidencia de su intención. Y porque demuestra que la sinrazón descomunal que domina esta sociedad proviene de esas viñetas cínicas de nuestros “líderes” que piensan que con el dinero todo lo pueden.
Soy de la circunscripción número uno, y tengo derecho a escribirle al Senador que me representa en esa forma del poder delegado que se inventaron los enciclopedistas para abrir la modernidad.
Pero también soy maestro. La categoría de ejemplar es un valor que no debería ser prostituido. Nosotros hemos desplegado la expectación de un anhelo que nos parecía natural después de treinta y un años de tiranía. Eso incluía la solidaridad, el amor a la vida honesta, el desprecio a los corruptos, el rechazo al crimen, el odio al despotismo. Si leo práctica y no discurso, Reinaldo Pared, mi senador, no puede ser ejemplar, sino parte de esa perversión de la historia que tipifica nuestra aventura espiritual.
Soy de la circunscripción número uno, he hablado miles de veces en las aulas. Mi opción es votar por “ninguno”, y señalarles a mis alumnos lo que no puede ser ejemplar.
Santo Domingo, R.D., jueves, 15 de abril de 2010
http://www.clavedigital.com/App_Pages/opinion/Firmas.aspx?Id_Articulo=17383
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