jueves, 5 de agosto de 2010

El verdadero rostro de Bolívar





Ricardo Gil Otaiza

La complejidad de Simón Bolívar ha posibilitado que en el transcurso del tiempo, tanto sus apologistas como sus críticos (aunque más los primeros, queda visto) se enreden en una suerte de tergiversación de la imagen del héroe, lo que ha traído como consecuencia que a 227 años de su nacimiento, no se tenga una relación clara y diáfana de su verdadera personalidad. Se ha llegado a tal punto de exageración desde ambos extremos de la larga cadena de antagonismos, que el Bolívar hoy conocido luce desdibujado, difuso, si se quiere pervertido, obviándose en el ínterin los necesarios claroscuros que nos puedan mostrar —en su verdadera dimensión humana— los altos y los bajos de una figura de connotación universal como la suya.

Antonio Guzman Blanco.

El nacimiento de la religión bolivariana se pierde en los entresijos de campañas, revoluciones y desgobiernos, liderados todos ellos por personalidades a las que les convenía endiosar a la figura de Bolívar para así "legitimar" sus aspiraciones mesiánicas. Comenzando por Antonio Guzmán Blanco, hasta llegar a Hugo Chávez Frías, el ditirambo bolivariano ha devenido en una suerte de encrucijada, que ha llevado a la nación venezolana por disímiles caminos y le ha deparado igualmente confusos destinos. Las proclamas, discursos, cartas, decretos y demás papeles contentivos del pensamiento de Bolívar, han servido para levantar las banderas de la salvación nacional y del rescate de la soberanía, pero al mismo tiempo para destronar a los regímenes, cuando los procesos han tomado rumbos inusitados, y de alguna manera han revelado a posteriori serias inquietudes políticas y profundos percances (desencantos) sociales.

Simon Bolivar, el Libertador.

Bolívar ha servido a todos: tirios y troyanos. Sus ejecutorias (sublimes y ruines) han "redimido" de alguna manera el acontecer político nacional y continental, sobre la base del ejemplo a seguir en cualquier circunstancia; no importa cual. No obstante, Bolívar fue el hombre de las dificultades, pero también el de las dudas y flaquezas (cambiaba de opinión con destemplada rapidez). Su carácter no fue estable, perdiéndose en los serpenteantes hechizos de la felicidad profunda y de los súbitos estallidos de tristeza. Su personalidad ambivalente mostraba serenidad cuando las ocasiones lo exigían, pero todos sabían de su nerviosismo y permanente exaltación, que daban al traste con cualquier posibilidad de equilibrio, sobre la base de un entendimiento sin resquebrajaduras ni fronteras. Bolívar fue muchas veces magnánimo con el enemigo y con su misma gente, pero fue capaz de las más crueles actuaciones, que signaron de horror y de muerte muchos episodios de la gesta independentista (degollinas, guerra a muerte, fusilamiento de Piar, entre otros sucesos.). El inmenso "yo" del Libertador, rayano en vanidad y delirio, fue la causa de que muchas de sus actuaciones fueran tildadas de autoritarismo, aunque con ellas buscara el bienestar del colectivo. Fue Bolívar un buen contador de cuentos y de chistes, y a menudo se burlaba de sus contertulios, sin embargo, en su tiempo fue visto por muchos como un gran pedante, lo que le acarreó animadversiones y rechazos. A pesar de haber estar rodeado de muchas personas a lo largo de su campaña libertadora, algunas de los cuales fueron sus incondicionales, fue Bolívar taciturno y solitario. No obstante haber prodigado aquí y allá la moral ciudadana como lema, fue un mujeriego y tuvo amantes públicas, lo que se tradujo en críticas y en fogosos chismes de sociedad.

El verdadero rostro del Padre de la Patria dista mucho de lo que dicen sus defensores a ultranza, y sus enemigos acérrimos. Su espíritu fue al extremo contradictorio, como lo es también la obra política que ayudó a forjar con su espada y con su exaltado verbo levantisco.

(Reproducido de El Universal, Caracas, Venezuela)
rigilo99@hotmail.com
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