Fabricio Gomez Mazara
Los profesionales de las ciencias sociales cuyos trabajos han estado vinculados con la República Dominicana escucharon de labios del presidente Leonel Fernández lo que durante varios años de investigación habían advertido al gobierno: “el país no podrá cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio”.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) nacen del compromiso adquirido por representantes de 189 países en septiembre de 2000 en la ciudad de New York. En la sede de Naciones Unidas se celebró la Cumbre del Milenio donde los gobiernos firmaron una declaración conjunta comprometiéndose a fomentar los valores y principios de: libertad, igualdad, solidaridad, tolerancia, respeto por la naturaleza y responsabilidad común.
En la Declaración del Milenio se recogen ocho objetivos. Cada objetivo se divide en una serie de metas que suman dieciocho. Las metas son cuantificables por medio de cuarenta y ocho indicadores concretos que deberán ser verificados todos los años para proyectar el avance o retroceso en el cumplimiento de los objetivos cuyo plazo es el 2015.
Cabe señalar que, aunque el compromiso adquirido por los países firmantes fue en 2000, el punto de partida desde el que se compararán las metas logradas al finalizar el plazo es 1990. Es decir, el nivel de cumplimiento de las metas del milenio se verificará al comparar los indicadores de 1990 con los alcanzados en 2015.
Los ODM son: 1) erradicar la pobreza extrema y el hambre, 2) lograr la enseñanza primaria universal, 3) promover la igualdad entre géneros y la autonomía de la mujer, 4) reducir la mortalidad infantil, 5) mejorar la salud materna, 6) combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, 7) garantizar el sustento del medioambiente, y 8) fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Para simplificar el análisis, en esta entrega nos referiremos únicamente a las razones por las cuales el país no podrá cumplir con los dos primeros ODM.
La economía dominicana ha sido una de las de mayor crecimiento en América Latina y el Caribe durante los últimos cincuenta años. Fue la economía que, en términos promedio, tuvo mayor incremento del Producto Interno Bruto (PIB) de toda la región durante el periodo 1961-2002. Además, fue un crecimiento económico relativamente estable comparado con el resto de los países latinoamericanos[1].
Sin embargo, a pesar de haber crecido más que ningún otro país de América Latina, República Dominicana tiene prácticamente los mismos niveles de pobreza extrema que hace veinte años. En 1992, las personas que vivían en pobreza extrema representaban el 10.8% de la población total. Para 2009, este indicador fue de 10.4%. Esta diferencia es estadísticamente igual a cero.
Estos resultados ponen en tela de juicio la eficacia de las políticas públicas que han sido aplicadas en el país en las dos últimas décadas. ¿Cómo se puede afirmar luego de veinte años invirtiendo recursos económicos, materiales y humanos en los distintos programas sociales que la pobreza extrema sigue siendo la misma?
La respuesta es simple. No se puede combatir la pobreza cuando históricamente se han invertido muy pocos recursos en el gasto social. Cuando la calidad del gasto público es muy baja, también lo es su resultado social. La evidencia empírica muestra que los países que han logrado reducir más rápido la pobreza son aquellos que han invertido una proporción importante de su riqueza en la educación.
Leonel Fernández durante su intervención ante la 65º. Asamblea de las Naciones Unidas, el 21 de septiembre de 2010.
Esto se debe a que existe una estrecha relación entre el grado educativo de una sociedad y la calidad de vida de sus ciudadanos. En términos promedio, a mayor nivel educativo, mayor grado de bienestar. La educación es el pasaporte que permite a la sociedad abordar la nave del desarrollo económico y social de forma sostenible. Ayuda a romper la cadena inter-generacional que reproduce y perpetúa la pobreza.
La inversión educativa en el país ha sido pírrica en los últimos veinte años manteniéndose en la vecindad del 2% del PIB. Esta cifra representa menos de la mitad del promedio latinoamericano[2]. En 2008, República Dominicana era el segundo país en la región que menos invertía en educación como porcentaje del PIB.
La falta de recursos en el sector educativo es evidente. En la educación inicial, existe un déficit de preescolares para el 70% de los niños menores de seis años, mientras que en la secundaria faltan liceos para el 60% de los adolescentes. Esto sin contar con la precaria calidad de la infraestructura escolar donde existen problemas en los servicios sanitarios, bibliotecas, instalaciones deportivas y falta de pupitres.
Respecto de la educación primaria, a pesar del importante incremento en la matriculación, será imposible cumplir con la meta del segundo de los ODM de alcanzar la enseñanza universal en este nivel para el año 2015. Además, la calidad de la educación primaria es una de las peores del mundo de acuerdo con lo establecido por el Foro Económico Mundial en su reciente informe sobre competitividad[3].
Las explicaciones ofrecidas por el Presidente de la República en la sede de Naciones Unidas, lejos de justificar el pobre desempeño de su administración respecto del cumplimiento de las metas del milenio parecen haber encendido la llama de la indignación de los principales think-tanks o tanques de pensamiento del país.
La crisis financiera local del año 2003 y la global de 2008 no pueden ser usadas como excusa para el incumplimiento de los ODM. Países como Brasil, Chile y Venezuela sufrieron los embates de la crisis financiera internacional y lograron reducir sus niveles de pobreza durante el período 2000-2009.
Además, cuando se establece que los niveles actuales de pobreza extrema del país son iguales a los que había en 1990 se están comparando los indicadores de hoy con los que existían durante el año donde ocurrió una de las crisis económicas más grandes de los últimos cincuenta años. En 1990, la tasa de crecimiento del PIB fue de -5.5%, la inflación de 79.92% y la devaluación cercana a un 60%.
Por lo tanto, no se puede justificar el incumplimiento de los ODM con la crisis financiera local de 2003 cuando el punto de comparación son los indicadores socioeconómicos de 1990. En 2003 la tasa de crecimiento del PIB fue negativa en -1.2%, mientras que la de 1990 fue de -5.5%. Es decir, una caída en este indicador 4.5 veces mayor.
Entre 1990 y 2010, Fernández ha ejercido la Presidencia de la República durante diez años. Esto equivale a la mitad del periodo antes señalado. Por esta razón no hay excusa que valga para evadir su responsabilidad por los pobres resultados socio-económicos que impiden el cumplimiento de los ODM.
Finalmente, si luego de decenas de seminarios, cumbres, charlas magistrales, discursos, ruedas de prensa y promesas de campaña valorando el papel de la educación envía al congreso un nuevo presupuesto donde se repite el patrón de inversión en el sector de los últimos veinte años, entonces evidencia que no existe voluntad política para reducir la pobreza extrema ni cumplir con las demás metas del milenio.
(Del autor: Magíster en Finanzas y Economía Financiera en la Universidad de Chile. Diplomado en Economía de la Regulación de los Servicios Públicos y Defensa de la Competencia, de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
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[1] PNUD (2005): "Informe Nacional de Desarrollo Humano 2005. Hacia una inserción mundial incluyente y renovadora". Editora Corripio. Santo Domingo. 376 páginas.
[2] CEPAL (2009): Panorama Social en América Latina 2009. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Santiago de Chile. Noviembre de 2009.
[3] Foro Económico Mundial (2010): Informe Global de Competitividad 2010-2011. En este informe la calidad de la educación primaria de República Dominicana ocupa la posición 137 de 139 países evaluados.
Fabricio Gómez Mazara
Santo Domingo, R.D., 27 de Septiembre del 2010.
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