Fuente: Z101FM
El escritor Andrés L. Mateo criticó la inversión de poco más de un 2% del Producto Interno Bruno (PIB) que se hace en la educación dominicana, lo que calificó como un crimen que viola uno de los derechos fundamentales del ser humano.
Tras calificar como un crimen la poca inversión en educación, Mateo observó que paradójicamente “hay una conciencia retórica, pues cualquier político o industrial lo primero que dice es que hay que invertir en educación”.
De inmediato subrayó que hoy día el nivel de analfabetismo es muy elevado, por encima del 18 por ciento según las cifras oficiales, lo que atribuyó al poco interés oficial que mantiene al sistema educativo en una crisis estructural permanente.
►Oiga a Andrés L. Mateo
El escritor abogó porque se adopte la conciencia de que la educación es la verdadera liberación de los pueblos, por lo que demandó una mayor inversión en el sector para impulsar lo que definió como la verdadera revolución dominicana.
Andrés L. Mateo se expresó en esos términos al visitar El Gobierno de la Tarde para anunciar que este jueves, a las 7:00 de la noche, en la Universidad APEC, pondrá a circular su libro “El habla de los historiadores”.
El libro, dijo, pretende desmitificar el discurso de los historiadores y su visión de la realidad, partiendo de la palabra.
Para él, el discurso del historiador pretende establecer una relación causa-efecto en los hechos que narra, sin darse cuenta que cuando se narra un hecho a través de la palabra, la palabra misma modifica la realidad, por lo que la narración en sí no se corresponde con la realidad.
A su juicio, es por eso que muchos presidentes mandan a reescribir la historia, y puso como ejemplo a Américo Lugo como el historiador de la era de Trujillo."El historiador lo que propone alrededor de un hecho es un conjunto de ideas que atraviesan sus debilidades y la lengua, por lo que esas ideas se convierten en una versión de la realidad contada".
El ensayo central de “El habla de los historiadores”, dijo, es el discurso pronunciado a propósito de su entrada a la Academia Dominicana de la Lengua.
Explicó que también incluye un trabajo del apóstol de la independencia de Cuba, José Martí, sobre la dominicanidad. Observó como dato curioso de que las anotaciones martianas niegan una parte sustancial de la historia del pensamiento dominicano, como es la influencia del movimiento positivista. “José Martí vio sobre el campesinado dominicano lo que no vieron los positivistas de la época”, apuntó.
Asimismo aborda de forma diferente la Quintilla del padre Vázquez (Ayer español nací, a la tarde fui francés, hoy dicen que soy inglés. Ay, Dios, qué será de mi), la cual se toma como un retrato de las vicisitudes del pueblo dominicano para conformar un Estado-Nación.
También el libro contiene un artículo sobre la llegada de Pedro Henríquez Ureña a la República Dominicana en 1931, que vino a ser Superintendente de Educación del régimen del dictador Rafael Leónidas Trujillo, en sustitución de su hermano Max Henríquez Ureña.
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