Hamlet Hermann.
En una conversación informal en días pasados, expuse mis temores de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pudiera reelegirse dentro de dos años si los problemas de su Administración seguían agudizándose.
Incluso llegué a expresar mis dudas de que pudiera terminar este, su primer período de gobierno. Mi interlocutor se sorprendió y tuve que explicar cuidadosamente ese vaticinio precisando las señales que lo han generado. Sobre todo, considero que sus contradicciones internas con el complejo militar-industrial son tan profundas como fueron las de John F. Kennedy en los años 1960. La lectura del libro “Obama’s Wars” de Bob Woodward reforzó mi opinión.
Como dijera el Premio Nóbel de Economía Paul Krugman, la administración de Obama se empeña en buscar afectos en los sitios equivocados. No se explica el laureado economista por qué el Presidente insiste en ahuyentar a sus amigos mientras estimula favorablemente a los grupos que nunca disminuirán el rencor que anidan. Obama llegó a la presidencia de Estados Unidos sobre una gran ola de entusiasmo progresista. Paradójicamente, este entusiasmo ha sido seguido de otra oleada de desengaños porque en los hechos militares y económicos, se ha comportado como si la administración de Bush continuara gobernando.
Bob Woodward.
El presidente Obama no ha llenado las expectativas que forjaron sus simpatizantes en cuanto a que llevaría a cabo un gobierno diferente. El barco hace agua y las renuncias de importantes funcionarios dejan ver el aislamiento que cada día crece. Primero, renunciaron los principales ejecutivos del sector económico. Éstos han ido alejándose uno por uno. Desde el director de Presupuesto y quién sabe si hasta el director de la FED, Ben Bernanke, podría estar saliendo próximamente. Para nadie es un secreto que la economía de Estados Unidos no ha mejorado a pesar de las abundantes declaraciones optimistas. De acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos la cantidad de personas que vive en la pobreza ha crecido hasta un 14. 3% y los que no tienen seguro de salud crecieron hasta 50.7 millones. En el primer año de gobierno de Obama el desempleo creció hasta 10%.
Para agudizar la crisis, renunció el jefe del gabinete de la Casa Blanca Rham Emmanuel. Ahora quien abandona voluntariamente el cargo es el general de cuatro estrellas de los Marines, James Jones, quien se desempeñaba como asesor de Seguridad Nacional del Presidente de Estados Unidos. Evidentemente, el barco hace agua y Obama va quedando sin sus principales colaboradores para enfrentar los afanes guerreristas y corruptos del complejo militar-industrial.
Lo que más motiva mi preocupación en torno a la inestable permanencia de Obama en la presidencia de Estados Unidos y la duda en torno a la terminación del mandato constitucional tiene su origen en las contradicciones con el complejo militar-industrial. Fue aquel discurso que hizo en la academia de West Point el 1º de diciembre de 2009 lo que le puso la tapa al pomo. Allí anunció que empezaría a retirar las tropas desde Afganistán a partir de julio del 2011. Esto causó una verdadera revuelta entre los jefes militares de Estados Unidos llegando el general de Marines, James Conway, a cuestionar incluso el patriotismo de Obama y acusarlo de estar dándole fuerzas al enemigo Talibán para que resistiera.
Dentro de su concepción de gobierno, Obama considera que estos tiempos de guerra son una amenaza para la agenda doméstica que él quisiera poner en práctica y así combatir la recesión. Para este Presidente de Estados Unidos, las guerras expedicionarias por el mundo son interferencias no deseadas que obstaculizan su intención de transformar a Estados Unidos. Algo semejante vivieron dos Presidentes demócratas, John F. Kennedy y Lyndon Johnson, quienes, en su momento, angustiados por el deterioro interno de Estados Unidos, trataron de tomar decisiones que afectaban al complejo militar-industrial. Kennedy fue asesinado en Dallas y Johnson tuvo que abandonar de forma prematura sus intentos de reelección. De ahí mi preocupación por la seguridad del presidente Obama desde este momento hasta el mes de julio de 2011, cuando se comprometió a empezar a retirar sus tropas desde Afganistán a pesar de las recomendaciones en contrario de la alta jerarquía militar.
Santo Domingo, R.D., lunes, 11 de octubre de 2010
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