lunes, 22 de noviembre de 2010

Juntos podemos

La tendencia es que empeorarán 
los problemas que aquejan al país
Fidelio Despradel

Hemos sido empujados al borde del abismo. Si no forjamos una nueva mayoría para ganar el gobierno y cambiar el rumbo actual, nuestros hijos y nietos heredarán un país donde no se podrá vivir y donde el grueso de la población querrá, si puede, irse para siempre de su tierra.

Deuda pública y privada en moneda fuerte que casi sobrepasa los 20,000 millones de dólares. Presupuesto nacional, que proyectado a los próximos dos años, tendrá que dedicarle más de la mitad de su monto al pago de intereses y capital de dicha deuda y a los subsidios; un modelo económico de espalda al aparato productivo nacional. Delincuencia y sicariato que amenaza toda la sociedad (muchos jefes policiales y militares mandan su familia a vivir fuera del país). Órganos de seguridad corroídos por la delincuencia y el narcotráfico y de donde provienen una parte de los peores sicarios y narcotraficantes. Corrupción que no se detiene en ningún despacho oficial, por más alto que sea. Servicios de educación y salud de los peores del mundo. Un país lleno de leyes y reglas de funcionamiento institucional que no se cumplen. Generalizada y prolongada irresponsabilidad, casi sin excepciones, en el manejo de las relaciones entre el pueblo dominicano y haitiano, que está al punto de crear una situación irreversible de falta de control y violencia. Uno de los servicios eléctricos más caros del mundo. Vocación suicida de entrega de nuestras riquezas naturales al gran capital internacional.

Ninguno de estos problemas tiene tendencia a mejorar sino a empeorar. Pónganle cifras y se toparan con una realidad que espanta, pero que es nuestra realidad y perspectiva, si el país sigue gobernado por las actuales camarillas políticas y sociales, que lo han dañado todo.

La respuesta debe ir en dos direcciones: Un llamado, desde el patriotismo y la grandeza, a que los dominicanos y dominicanas enfrentemos juntos esta situación, para borrar de la vida política a todos los responsables de la tragedia, tomar el gobierno y cambiar el rumbo. Y un programa que detalle, medida tras medida, cómo reorientar la agropecuaria y la industria; en qué plazos, con qué dinero y con cuáles medidas, impulsar un programa para revertir el desastre de la educación y la salud; compromiso, desde la seriedad y la grandeza, de barrer con mano dura la delincuencia y el narcotráfico; cómo manejar la deuda externa y frenar la enajenación de nuestras riqueza naturales; con qué medidas concretas enfrentar nuestras relaciones con el pueblo y Nación haitianas; cuántos empleos productivos anuales van a generar estas medidas.

Y con ese ejemplo, entonces, provincia tras provincia, qué programa concreto para rescatar cada rincón del país.

Santo Domingo, R.D., lunes, 22 de noviembre de 2010


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