los problemas que aquejan al país
Fidelio Despradel
Hemos sido empujados al borde del abismo. Si no forjamos una nueva mayoría para ganar el gobierno y cambiar el rumbo actual, nuestros hijos y nietos heredarán un país donde no se podrá vivir y donde el grueso de la población querrá, si puede, irse para siempre de su tierra.
Deuda pública y privada en moneda fuerte que casi sobrepasa los 20,000 millones de dólares. Presupuesto nacional, que proyectado a los próximos dos años, tendrá que dedicarle más de la mitad de su monto al pago de intereses y capital de dicha deuda y a los subsidios; un modelo económico de espalda al aparato productivo nacional. Delincuencia y sicariato que amenaza toda la sociedad (muchos jefes policiales y militares mandan su familia a vivir fuera del país). Órganos de seguridad corroídos por la delincuencia y el narcotráfico y de donde provienen una parte de los peores sicarios y narcotraficantes. Corrupción que no se detiene en ningún despacho oficial, por más alto que sea. Servicios de educación y salud de los peores del mundo. Un país lleno de leyes y reglas de funcionamiento institucional que no se cumplen. Generalizada y prolongada irresponsabilidad, casi sin excepciones, en el manejo de las relaciones entre el pueblo dominicano y haitiano, que está al punto de crear una situación irreversible de falta de control y violencia. Uno de los servicios eléctricos más caros del mundo. Vocación suicida de entrega de nuestras riquezas naturales al gran capital internacional.
Ninguno de estos problemas tiene tendencia a mejorar sino a empeorar. Pónganle cifras y se toparan con una realidad que espanta, pero que es nuestra realidad y perspectiva, si el país sigue gobernado por las actuales camarillas políticas y sociales, que lo han dañado todo.
La respuesta debe ir en dos direcciones: Un llamado, desde el patriotismo y la grandeza, a que los dominicanos y dominicanas enfrentemos juntos esta situación, para borrar de la vida política a todos los responsables de la tragedia, tomar el gobierno y cambiar el rumbo. Y un programa que detalle, medida tras medida, cómo reorientar la agropecuaria y la industria; en qué plazos, con qué dinero y con cuáles medidas, impulsar un programa para revertir el desastre de la educación y la salud; compromiso, desde la seriedad y la grandeza, de barrer con mano dura la delincuencia y el narcotráfico; cómo manejar la deuda externa y frenar la enajenación de nuestras riqueza naturales; con qué medidas concretas enfrentar nuestras relaciones con el pueblo y Nación haitianas; cuántos empleos productivos anuales van a generar estas medidas.
Y con ese ejemplo, entonces, provincia tras provincia, qué programa concreto para rescatar cada rincón del país.
Santo Domingo, R.D., lunes, 22 de noviembre de 2010
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