La reciente decisión de una juez de Santo Domingo de prohibir el levantamiento de un museo para honrar la memoria del tirano Rafael Leónidas Trujillo y la prohibición de que se venda un libro de su hija Angelita, que contiene elementos difamatorios, ha desatado una polémica en la que han intervenido apreciados intelectuales y políticos.
Si bien todos han coincidido en que el régimen de Trujillo fue despótico, horroroso y violador de las libertades, consideran que prohibir la venta del libro es un atentado a la libertad de expresión. Si fuera así, no existiera la libertad de expresión de que disfrutamos.
Sin embargo, tanto en el país como en otros donde se garantiza el derecho a expresarse libremente, la libertad de expresión tiene sus límites.
La prohibición de ese libro se justifica porque contiene elementos difamatorios contra ciudadanos que fueron víctimas o participaron en la acción patriótica que culminó con el ajusticiamiento del más sanguinario déspota de América Latina.
Ninguno de los “opinantes” sobre la decisión judicial sufrió torturas en la cárcel de La 40, donde prisioneros esposados y desnudos fuimos apaleados, sentados en una silla eléctrica con corriente de alto voltaje o simplemente asesinados para luego tirar sus cuerpos a los tiburones o quemados en la desaparecida incineradora del entonces Consejo Administrativo, en el lado norte, donde está hoy la llamada Plaza de la Democracia, cerca del puente Duarte.
La democracia dominicana, que por cierto es débil todavía, no parecerá porque se prohíba la circulación de un libro de Angelita Trujillo, que contiene variados estilos de redacción, lo que indica que fue escrito por otros simpatizantes del trujillismo.
En este caso, no se trata solamente de borrar nuestra memoria histórica, como dice acertadamente el historiador Franklin Franco Pichardo, sino además crear una corriente de opinión favorable a la creación de un partido sucesor del Partido Dominicano, en el que se apoyó Trujillo para someter al país a los designios de su tiranía.
Santo Domingo, R.D., jueves, 18 de noviembre de 2010
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