sábado, 27 de noviembre de 2010

Perdonar

Orlando Jorge Mera 

El perdón más trascendente de la historia vino desde la propia Cruz. Al filo de la muerte, Jesús expresó entre sus últimas palabras: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”.  Vilipendiado, condenado, abandonado y humillado,  Jesús perdonó a sus verdugos.

Guardando las distancias, José Francisco Peña Gómez perdonó a quienes le injuriaron, difamaron y persiguieron antes de morir en 1998.  Peña Gómez demostró su corazón sensible y noble. Solo recordar toda la campaña difamatoria que se hizo desde los resortes del poder, con la participación de sectores minoritarios de la ultraderecha dominicana, para impedir su acceso al solio presidencial. Demostrando su talante democrático, y su reciedumbre moral, Peña Gómez los perdonó. 

Quien perdona es el perseguido, no el que ofende.  Juan Pablo II visitó la prisión en la que se encontraba Ali Agca, y lo perdonó por haberle intentando asesinar aquél 13 de mayo de 1981. Como afirma el Cardenal Godfried Danneels, “el perdón no es, por consiguiente, el acto de un solo momento. Es un largo proceso que necesita tiempo. Tiene sus comienzos, su punto culminante y su servicio de manutención. El perdón no es un producto, sino un fruto. Los frutos necesitan tiempo para crecer y madurar. Los productos llegan en el momento previsto y establecido, los frutos hay que esperarlos hasta el verano o el otoño”.

Juan Pablo II y Ali Agca

Hay personas, de extraordinaria capacidad y resistencia, que han sufrido fuertes persecuciones. Que han sido injuriados. Que han sido irrespetados. Que, incluso, han sido injustamente condenados.  Solo el resentimiento fue el motor de esas persecuciones. La humildad es tan grande que contra esos verdugos no se puede guardar rencor ni odio.  La lección de la Cruz es la mejor medicina: “Padre, perdónalos que no saben lo que hacen”.

Santo Domingo, R.D., sábado, 27 de noviembre de 2010


No hay comentarios:

Translate