Eduardo Álvarez
El libro vivo, oral por supuesto, es precursor del escrito, impreso en papel. Recurso invaluable para ayudar a la memoria humana cuyo origen de su desarrolla se remonta 3,500 años atrás, en China.
Instrumento básico del género humana para registrar logros, intercambiar sentimientos, obtener conocimientos y diseminar experiencias.
Insuficiente, la tradición oral dejó ver las limitaciones de la memoria en la tarea de crear y confirmar conceptos. Aprender de oído es la negación del conocimiento.
Los nudos en cuerdas fueron una de las más representativas formas utilizadas por el hombre para ayudar a la memoria. El tamaño de los nudos, cantidad, colores y espacios entre uno y otro servían para representar diferentes ideas y sentimientos.
Estos nudos en cuerdas podían ser conservados y llevados de un lado a otro, a lugares lejanos, superando en eficacia y utilidad el lenguaje oral, en materia de enseñanza y difusión de sentimientos e ideas.
La escritura en forma de grabado, probablemente dejó atrás las cuerdas anudada, impulsando el uso de materiales. Los chinos utilizaron, en un principio, diferentes objetos naturales, a saber, piedras, corteza de árboles, hojas, pieles, huesos de animales y caparazones de tortugas. Harto conocido es el origen del papiro por parte de los griegos.
Tsai Lun.
El dilatado proceso del libro debió alcanzar un gran auge con el invento del papel y la imprenta, ambos en China. Inventado por Tsai Lun, un funcionario de la Dinastía Han Occidental [25-220 d.C.], el uso del papel no se registra antes del año 105 d.C.
Europa contribuye notablemente al avance de la imprenta, mil doscientos años depuse de las precedentes formas chinas. Johannes Gutenberg, un herrero alemán, diseño en 1450 la primera imprenta con tipos móviles.
Persisten, con sus variables, las inquietudes que dieron origen a esta forma escrita, conservada y transportable. La tecnología se ha encargado de multiplicar notablemente la eficacia y versatilidad del libro, contribuyendo así a convertir el planeta en lo que hace décadas conocemos como “aldea global”.
Antes de que la era digital impusiera sus marcas, dejando muy atrás miles inventos. El libro ha superado la prueba exitosamente. En su forma, este instrumento milenario se anota un nuevo triunfo, a pesar de pronósticos pesimistas que apostaban a su extinción.
Como si el arte, en su forma más sublime, fuera finito. Todo libro es una forma de arte. O lo convoca, con las consideraciones de cada lector, desde luego.
Santo Domingo, R.D., domingo, 02 de enero de 2011.


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