NEURO-PSICOLOGÍA //
Laura Gómez Liz
¿Cómo se llamaba? ¿Dónde lo habré dejado? ¿Qué venía a buscar? ¿Me tomé la pastilla?
Descrita en su forma más breve como la "capacidad de retener la información aprendida", la memoria, aspecto vital para desarrollar una vida productiva, es una de las características cognitivas más estudiadas en investigaciones neuropsicológicas. Está íntimamente ligada al aprendizaje, ya que sólo se puede recordar aquello que ha sido previamente aprendido.
Poder discernir si nuestro nivel de memoria está dentro de un rango de normalidad, o lo que es lo mismo, poder identificar que tan típicos o no son nuestros olvidos es de interés universal. Por lo que es importante examinar si nos encontramos en alguno de los tres niveles en que a grandes rasgos se ha dividido la pérdida de memoria.
El primero generalmente comienza al sobrepasar los 20 años de edad, cuando el cerebro comienza a perder gradualmente células, y a producir menos sustancias químicas, asunto que influye sobre la manera en la que almacenamos los eventos recientes, por lo que "no recordar dónde se acaban de dejar las llaves", si no va acompañado de síntomas más graves, es normal y puede trabajarse mediante ejercicios de memoria.
El segundo nivel de pérdida se da comúnmente en aquellos que han padecido de algún accidente cerebrovascular, o presentan problemas de tiroides, deshidratación, deficiencia de vitamina B12, o malnutrición, en donde las probabilidades de presentar detrimento en la memoria son mayores. Ahora bien, ésta pérdida podría ser reversible, siempre y cuando se trate a tiempo la causa
subyacente y el daño producido en las áreas cerebrales en donde se aloja éste aspecto cognitivo (principalmente, el hipotálamo) no manifieste daños irreparables.
La depresión y las situaciones traumáticas también pueden presentar cuadros de modificaciones en la memoria, que con el debido tratamiento pueden volver a la normalidad.
El tercero y último nivel de deterioro en la memoria, se presenta a través de enfermedades degenerativas, como el Alzheimer o la Demencia Vascular (producida por trombosis, embolias o hemorragias) en la que los daños en las células cerebrales suelen ser irreparables, como también, por consecuencia, las pérdidas de memoria y de otros aspectos cognitivos que se suceden.
Motivos de preocupación genuinos han de estar ligados a olvidos recurrentes y que afecten nuestro día a día, como por ejemplo: repetir las mismas preguntas o historias en una misma conversación, olvidarse de realizar tareas de rutina, perderse en lugares conocidos, o grandes dificultades para estar al tanto de la fecha actual.
Considerando esto y sabiendo que la memoria es un sistema complejo compuesto de diversas estructuras en las que "recordar lo que cené anoche" es tarea de un aspecto de la memoria diferente al que usamos para recordar con exactitud "eso que me ocurrió cuando tenía 10 años" , es aconsejable mantenerse activos con actividades que requieran el uso de nuestras cualidades cognitivas, y, en caso de preocupación, acudir a un profesional de la conducta a tiempo. (La autora es neuropsicóloga.)
Santo Domingo, R.D., miércoles, 02 de febrero de 2011.
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