Félix Santana García
El pasado jueves 17 de marzo del año que discurre, el señor presidente de la República Dominicana, se dirigió a toda la nación con motivo de anunciar unas once medidas de austeridad, para paliar la crisis que afecta la economía del país, a raíz de las alzas de precios del petróleo, alimentos y materia prima (commoditties).
Entre las medidas anunciada, se destacaron: reducir el gasto público en un 12%, ahorrar un 10% de energía en edificios gubernamentales, convertir a gas natural al menos 20 mil vehículos del transporte público, facilitar la instalación de estaciones de expendio de gas natural, trabajar interdiaria las unidades del transporte público, entre otras no menos importantes.
Ante tales medidas, inmediatamente surgieron como era de esperarse, opiniones encontradas de parte de diferentes sectores del país, donde primó la desconfianza en el cumplimiento de las mismas.
Esto así, debido a que durante los años, 2005, 2007 y 2008, el ciudadano presidente de la República, también anunció medidas similares a estas y, no fueron cumplidas, es decir, al cabo de unos meses, comenzaron a olvidarse, quedando como parte de la historia.
Lo triste de todo esto, es que las autoridades de torno solicitan a la población dominicana, ajustarse mucho más los cinturones, cuando de por si estos, no tienen más ojales donde correr las hebillas.
Asimismo llama mucho la atención, que el equipo que gobierna actualmente la nación, solo busque solución a los problemas económico-financieros nacionales e internacionales, que afectan directamente al país, en el momento mismo que estos surgen, dejando siempre a un lado las medidas preventivas o precautelatorias, que evitarían mayores sacrificios, a un pueblo que carece prácticamente de todo.
Y como decía Séneca, “no hay vientos favorables, para quien no sabe, a donde va”, pues si no se disponen de objetivos y metas realizables y, no se conoce la misión y visión de futuro, el país no nunca llegará a un puerto seguro.
Todo lo contrario, si no se dispone de planificación objetiva y de controles, para preparar la nación de forma anticipada, ante los embates que le han de llegar, simplemente se está improvisando.
Es costumbre de las autoridades del gobierno, que durante tiempos de vacas gordas o bonanzas económicas, realizar grandes gastos, sin ninguna contemplación y, sin pensar que vendrán los ciclos económicos naturales de: recesión y depresión.
Se vive, como si nunca llegarán los tiempos malos o de vacas flacas, por lo que no se privilegia la propensión marginal al ahorro, es decir, no se ahorra, solo se gasta y gasta, como si se viviera en un mundo perfecto, sin inflación, sin intereses, sin tipos de cambio, sin intercambio comercial (autarquía).
Ahora, las autoridades solicitan al sector privado que ahorre, que haga reservas para enfrentar las crisis, pero, como va ahorrar, cuando los altos costos de producción se lo impiden.
¿Oh, no sabe el gobierno que casi ahoga, el aparato productor dominicano, con facturas energéticas e impuestos inalcanzables, que prácticamente sacan al país de competitividad, ante países como los de centro América?
Si el gobierno no toma la iniciativa de ahorrar, de honrar las medidas anti crisis que anunció recientemente y, no proporciona al sector productivo, el ambiente adecuado para mejorar sus finanzas y por ende las de sus trabajadores, entonces se mantendrá la desconfianza ante las autoridades y sus medidas de ahorro.
Santo Domingo, R.D., lunes, 21 de marzo de 2011.
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