Eduardo Álvarez
Se acerca la Feria Internacional del Libro. Viste pantalones largos, que le quedan ya saltacharcos. Ha crecido tanto que, a pesar de soltarle el ruedo, no le llegan a las rodillas. Avanza con pasos firmes, sin dejar enseñar sus canillas largas, enfundadas en unas medias blancas y azules, resplandecientes.
Adulta precoz, se sabe lúcido y cuerdo para “Coger, con la buena gente, / Entre el ondear del trigo, / La amapola inteligente”. Verso de Fernando Pessoa que, bien, puede ser uno de sus lemas.
Se ha espigado este evento, larguirucho y fuerte, con sus catorce años. Es, podemos decir a boca llena, un hombre hecho y derecho. Manos callosas, frentes amplias, necesita ropas, zapatos nuevos. Mudarse a su propia casa.
La de sus padres, la Plaza de la Cultura, les resulta pequeña, además de ser ya inoportuno. Algo así como un arrimado en un hogar que demanda un orden y características propias, perdidos entre los trastornos de ir y venir constante del más expandido miembro de la familia. La Feria tiene su propia identidad y personalidad. Muy recias y resonantes, por cierto
El monte y desmonte de una jornada como esta, toma meses, de manera que la Plaza ha quedado atrapada, a meced, no sólo del esplendor del evento, sino del aparataje y desorden que implica toda la logística y parafernalias dispersas. Todo invasor siempre desplaza al originario. Es decir, dos gallos no pueden cantar en un mismo gallinero.
Planteado el dilema, lo sensato e inteligente no es sacrificar al padre para dejar espacio al hijo. Mucho menos castrar su vigoroso y sostenido crecimiento.
Ya es hora de que este muchacho, agarre sus motetes y se mude a su propia casa. Sede permanente que le permitiría diversificarse, ser activo promotor de la Ley del libro y asumir sus propias características, con toda la dignidad y el decoro que significa ser grande. Esto es, ser anfitrión regular de los países invitados anualmente a compartir la fiesta.
El antiguo Teatro Agua y Luz seria una buena opción. Espacioso, asequible y con una amplia zona de parqueos. Próximo, asimismo, a una de las paradas del Metro, esta rodeado de edificios estatales y amplias áreas libres, aptas para sumarse a las celebraciones. No se me ocurren otras por el momento, pero de que las hay las hay.
Santo Domingo, R.D., sabado, 19 de marzo de 2011.
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