Resulta más apropiado evaluar
las reacciones al discurso presidencial
Guillermo Caram
A una semana del discurso presidencial ante la Asamblea Nacional resulta más apropiado evaluar las reacciones que su contenido; a pesar de lo vergonzoso que resulta haber calificado como “vergüenza internacional” la causa de la crisis que vivimos - venta a futuros de papeles financieros - por un gobierno artífice consuetudinario y beneficiario privilegiado de instrumentos similares como bonos y títulos de deuda a ser pagados en el futuro.
También por minimizar déficits en las finanzas públicas, resignándose a reducirlos después de haberse comprometido en convertirlas en superavitarias; por defender endeudamientos para cubrir déficits, comprometiendo las recaudaciones al pago de su servicio; por minimizar los desequilibrios externos al importarse mucho más que lo que exportamos y por seguir equilibrándolos con inversión extranjera y préstamos, que implican repatriaciones de utilidades y amortizaciones futuras.
Por mencionar la crisis griega e irlandesa cuando está haciendo lo mismo que en esas naciones; por tomar como referencia el informe Attali para el gobierno francés e ignorar el informe del mismo autor para su gobierno.
Por justificar su decisión de no asignar recursos a la educación poniendo como ejemplo a Inglaterra, Francia y Brasil; cuando acaba de venir el Foro Económico Mundial donde le enrostraron que solo dos economías estudiadas estaban en peor condiciones que la nuestra en términos de calidad de educación primaria. Y solo tres en matemáticas y ciencias.
Al anunciar megaproyectos al margen de soluciones integrales; incrementos de capacidad de generación eléctrica con plantas de tamaño desproporcionado a la dimensión de nuestro mercado eléctrico, ignorar que el problema es de costos no de capacidad instalada y el conformismo de reducir solo un 15% al subsidio; al descargar en el Procurador la facultad de actuar frente a la corrupción siendo su subalterno; al presentar estudiantes graduados en el exterior sin mencionar si encontrarán trabajo apropiado a su especialidad o se verán compelidos a emigrar; al aferrarse paradigmáticamente a una globalización hoy ralentizada; al omitir rendir cuentas ambientales después de propugnar en el exterior un Estado verde.
Pero todas estas vergüenzas quedan relegadas por la reacción concitada por el discurso. Ninguna instancia significativa entre los gobernados percibió positivamente su contenido y hasta los aplausos de gobernantes fueron tímidos y elusivos.
Ciertamente el histrionismo, estructuración y recursos audiovisuales utilizados en el discurso disimularon inicialmente su contenido vergonzoso; pero el rechazo resultó generalizado.
Resultado que pudiera lucir desproporcionado en esferas oficialistas. Si así fuera, deberían interpretarlo como señal de despedida a un período constitucional caracterizado por no haber adoptado oportunamente las rectificaciones que demandaban las presentes circunstancias nacionales e internacionales.
Santo Domingo, R.D., domingo, 06 de marzo de 2011.
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