Mi voz escrita//
Jorge Herrera
El refrán “guerra avisada no mata soldado, y si lo mata es por descuidado”, es claro, contundente y aleccionador. Nadie, por cretino que sea, ignora la realidad que plantea su moraleja y el metamensaje que envía. Sobre todo a aquellos que participan en las lides políticas, por cuanto la escogencia por la vía electoral de alguien, no importa quién ni cuál sea el escenario ni los intereses, siempre será una guerra, aunque cívica.
Sin embargo, si el civismo que diferencia la lucha electoral de la conflagración militar es burlado con artimañas y manipulaciones durante, con la complicidad de los árbitros, como afirman los compromisarios de Miguel Vargas, lo aconsejable es que la Comisión Organizadora esclarezca lo que sea necesario. Así, se proclamaría con sobrada propiedad el triunfo en buena lid de Hipólito Mejía en la XXIX Convención Extraordinaria del PRD.
Ahora bien, que no piense Miguel Vargas que una eventual consideración de sus reclamos arrojará resultado favorable a la causa del torpemente manejado proyecto MVP. Todos los alegatos están sustentados en barruntos altamente subjetivos; en presunciones basadas en lo que pudo haber sido, sin la mínima posibilidad de aportar las pruebas que avalen lo que se alega. Lamentablemente, una pérdida de tiempo carente de sentido.
Como amigo que soy de Miguel, no de ocasión como la mayoría de los que le agenciaron este revés, le sugiero que, en nombre de Peña Gómez y por la unidad del PRD, reconozca la victoria de Hipólito Mejía, consciente de que los responsables del inmerecido fracaso están en su entorno. Nunca antes, la torpeza se enseñoreó tanto…
En verdad, resulta cuesta arriba entender que la lucha que se presume cívica por una nominación electoral en un partido, devenga en un enfrentamiento similar al de una guerra militar con todas sus características. Sin embargo, aunque cívica, esa guerra, en tanto permite a los contendientes discutir con anticipación “las reglas de juego”, no contempla ni acepta armisticio iniciada la lid ni reclamo “a posteriori”.
Santo Domingo, R.D., viernes, 18 de marzo de 2011.
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