viernes, 1 de abril de 2011

Unidad en el PRD

MI VOZ ESCRITA

JORGE HERRERA

Si la casualidad tiene categoría histórica, como afirma Carlos Marx, se me ocurre que, a pesar de su convicción materialista, el pensador más alto de los arios quiso significar que no todo está sujeto a la voluntad humana; que, a veces, aunque ciertamente “el hombre es la medida de todas las cosas”, el factor suerte es determinante.

Luego, cuando leí la autobiografía de Lee Iacocca, cerebro del diseño de los modelos que afianzaron a la Ford Motors en el mercado automovilístico, descubrí que él compartía el concepto de Marx: “En el mundo de los negocios es utópico aspirar al cien por ciento de seguridad de éxito”, dice.

 Desdeñaría que esta disquisición sea enjuiciada como si tuviera pretensión filosófica. Amo la filosofía; pero de ahí a creerme capaz de descifrar los intríngulis de la realidad subjetiva, el trecho es largo. Pienso, y más que pensar, dudo; y, en carrera tesonera, ando tras la verdad a través de la duda, como aconseja  Descartes.

Actualmente, el Partido Revolucionario Dominicano carece de un líder con ascendiente personal predominante. Hay un liderazgo compartido y coyuntural, que se hizo sentir en la recién celebrada XXIX convención perredeísta que ganó Hipólito Mejía, no importa lo que se alegue. “Consummatum est”, como dijo resignado Jesucristo en la Cruz, según el Evangelio de San Juan  (19, 39).

Miguel Vargas tiene que entender que lo aconsejable en estos momentos es trabajar por la unidad. Si hubo intención de dañar, ya el daño está hecho. Miguel debe prestar oídos sordos a las intrigas de Andy Dauhajre, alegado responsable del fracaso del proyecto MVP y de la debacle en la recién celebrada convención perredeísta; y abocarse a un entendimiento racional con Hipólito con el propósito de preservar su bien ganada imagen política.

¡Basta ya de rumiar frustraciones e incubar resentimientos! Los  perredeístas, y, más que éstos, la gente ordinaria, claman a gritos la unidad del PRD, habida cuenta que, según su renovado entusiasmo, con la unidad y un “chin-chin” de suerte, la nave blanca llega a puerto seguro en el 2012.

Santo Domingo, R.D., viernes, 01 de abril de 2011.

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