Al Día//
JUAN JOSÉ AYUSO
Si “Ramfis” Trujillo hubiese contado con un mínimo de valor y arresto, ¿qué hubiera pasado si de repente llegaba al país en cualquiera de los meses que siguieron a julio de 1966?
¿Llegaba un político con naturales aspiraciones de poder?
No.
Aterrorizados los norteamericanos y la oligarquía criolla por el fantasma de “una nueva Cuba” en América Latina y con el trujillismo más que vivo en la figura neotrujillista de Joaquín Balaguer, llegaría el “general de aire, mar y tierra”, el heredero de Trujillo, una figura con la que el presidente “electo” tendría por fuerza que compartir poder y escenario.
Y Balaguer, aguerrido en la política tradicional desde la traición a Horacio Vásquez en 1930 y la entronización de la tiranía del general Rafael Trujillo, acción en la que participó junto a Rafael Estrella Ureña, tenía además la experiencia de la política del régimen durante 31 años y de su propia política personal de mantenerse siempre en la “gracia” de Trujillo.
“Ramfis” no tenía el valor ni el arresto y prefirió negociar su regreso con Balaguer, al que éste dio largas hasta que decidiría “cortar por lo sano” y “resolver” el problema de manera radical y para siempre.
Después de una fiesta a casa de una “dama” del prostitutario de “nobleza” española que el dictador Francisco Franco patrocinaba, el carro de “Ramfis” se accidentó a principios de diciembre y el 28 de ese mes, después de una notable recuperación, moría en una clínica de Madrid.
“Accidente” demasiado conveniente para Balaguer y su trama de poder,
Ramfis Trujillo.
Con la mala fe aconsejable cuando que se trate de analizar la política de los “truchimanes” del despotismo continuista por naturaleza y celoso hasta de un mosquito que pretenda distraerle siquiera un segundo de poder, lo de “Ramfis” no habría sido fortuito. Ni el “accidente” ni su muerte posterior en la clínica madrileña y en medio de una franca y pública recuperación.
¿Contaba Balaguer con los recursos para extender el brazo y llegar a la capital española con el poder de fuego y sangre con que empezó a dominar en el país?
Sí. Entre los asesinos trujillistas que hacían “el trabajo” en el país los había con experiencia en atentados internacionales como el secuestro de Jesús de Galíndez en Nueva York, en 1956 –el mismo Balaguer-, y el atentado contra el presidente Rómulo Betancourt, el 24 de junio de 1960 en Caracas, la capital venezolana.
Además, y con relación a los norteamericanos y al gobierno de Lyndon B. Johnson, Balaguer mantenía un “derecho a la insolencia” que no ejercía pero que, en caso de amenazarse su continuismo de poder, era muy capaz de utilizar.
Urdir la trama y asesinar a “Ramfis” no hubiese sido un “atentado contra los derechos humanos” que Washington hubiese siquiera investigado.
("Ramfis" nació en 1929. Al morir en 1969 tenía 40).
Santo Domingo, R.D., jueves, 09 de junio de 2011.


No hay comentarios:
Publicar un comentario