RAFAEL R. RAMÍREZ FERREIRA
Pretender filosofar un poco, para poder justificar la vida
Porque… “El primer deber del hombre es ser él mismo”.
Quizás, e insisto en lo mismo, solo quizás, si nos recordáramos de nuestros ancestros, de los prohombres que nos han precedido, no solo para aprovecharnos de su bagaje, si cultiváramos la excelencia de esas propuestas morales en medio de la cual desarrollaron su vida y expandiéramos esa parte sapiencial de los mismos en cuanto a lo moral y lo ético, otro fuese el gallo que cantaría.
Si pudiésemos tomar esas referencias y hacer del diario vivir una anáfora con las palabras moral, ética, decencia y honestidad, nuestra vida fuese un verdadero poema, glamoroso e inspirador que elevaría la categoría humana a su más digno y amplio concepto. Pero que va, el tiempo se agota y las posibles analogías entre intereses personales y colectivos, honradez profesional e hipocresía y engaños, cada vez se hacen más utópicas, irrealizables.
La verdad de este vivir es otra, aunque en el arte de la subsistencia, la paciencia y la tranquilidad constituyen las bases primordiales que inciden en la calidad de la misma, y nada mejor que sustentar la esperanza y vivir atentos a todos aquellos aforismos que nos proporcionan las herramientas necesarias para elaborar el andamiaje para el buen vivir.
Estatua de Marco Aurelio
en el museo Capitolini.
Qué bueno, decía el gran Marco Aurelio, y qué importantes son esas imaginaciones que llegan a las cosas mismas y penetran a través de ellas, hasta el punto de hacernos ver justamente las cosas tal cual son y no como quieren preséntanoslas aquellos que al parecer sufren de determinados problemas anales, razón por la cual cuando abren la boca lo que expulsan son puras basuras y engaños, cuando no pura materia fecal.
No suelen presentar modelos a seguir y mucho menos valores que sustenten una figura. Por doquier la misma crisis de valores, no de favores, mientras la indolencia campea por sus fueros y la sumisión hace que el arrastrarse sea la regla, no la excepción. Por eso es que les tengo tanto miedo a los que se quieren presentar como pendejos, porque son reptiles llenos de veneno que inoculan a todo aquel que intenta caminar. Por eso, ese accionar no va conmigo.
Qué nos ha pasado que nos hemos dejado arropar y atrapar por el cogote por medio a ese lenguaje florido que solo esconde serpientes. Ese lenguaje engañoso de hoy, que mañana nos llena de frustraciones debido a los desengaños y la codicia de unos cuantos que nos tratan como si fuésemos borregos, sin que tengamos el valor de decir ¡hasta aquí llegó esta vaina, hasta aquí llegó el engaño!
Qué nos ha pasado, que nos hemos dejado llevar por esta inacción cobarde, permisiva y corrupta. Qué les ha pasado a tantos y tantos funcionarios, políticos, curas y personas decentes que viven el día a día en medio del peor de los desórdenes, del caos institucional y permanecen impávidos ante ese hecho. Con qué es que nos han vacunado, con qué es que nos han desgraciado para no pensar y mucho menos sentir esta desgracia. ¡Carajo!, con qué es que nos han inoculado.
“Sé que a muchos les molesta que no me quede callao, pero, entre el silencio y el gritao, me quedo con el que grita”. Así de simple, así de sencillo. Y quiera Dios, que dentro de las mil penurias que padecemos producto de esta apatía cuasi-general –claro, cualquierizados-, algún legislador adopte la iniciativa de ponerle freno a la destrucción de nuestras mejores tierras de cultivo, sin importar que sea o no propiedad privada, para construir lavaderos de carros, ventas de vehículos, ferreterías, depósitos de chatarras y cuantas cosas improductivas que atentan para el futuro inmediato alimenticio del país.
Este acontecer irresponsable está aconteciendo con las mejores tierras de cultivo y aquel que lo desee, que se haga una visita por Moca, Salcedo, Constanza, Bonao, etc. y comprobará que muy a pesar de tantos y tantos políticos “visionarios”, autoridades y todo tipo de “funcionarios” que viven y ven a diario esta calamitosa y peligrosa acción, ninguno dice siquiera esta boca es mía. Doloroso y vergonzoso pero, es así. ¡Sí señor!
Santo Domingo, R.D., sábado, 11 de junio de 2011.


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