martes, 14 de junio de 2011

Medida de coerción



YASIR MATEO CANDELIER

Tengo una hora sentado en un salón luminoso del Departamento de la Policía Nacional del ensanche Naco, ubicado en el Centro Olímpico de Santo Domingo. Frente a mí, un policía escolta a un muchacho hacia la celda que hay al fondo del pasillo. Parece un delincuente... el policía. 

Me presenté en este mismo lugar hace una semana. Me dijeron que me sentase, que la magistrada hablaría conmigo muy pronto. Estuve una hora y media esperándola. 

Me presenté aquí la semana antepasada. Me sentaron frente a una computadora y me hicieron varias preguntas. La fiscal adjunta no se encontraba. 

Hace tres semanas me presenté aquí mismo, en el destacamento policial del Centro Olímpico para hablar con la fiscal adjunta. Estaba lloviendo. Me hicieron esperar dos horas. 

Así son las medidas de coerción. Y ustedes se preguntarán cuál ha sido mi delito. Y yo tengo que ser sincero y contestarles que mi delito es ser el abogado de una persona que fue víctima de una estafa. El delincuente anda suelto, es libre de desplazarse a su libre albedrío por toda la geografía nacional y hasta puede irse de viaje, si quiere. Yo no. Yo tengo que presentarme periódicamente al destacamento de la policía del Ensanche Naco, ubicado en el Centro Olímpico de la capital para pedirle por favor a la magistrada que me atienda y que tenga la bondad de emitir una citación en contra del estafador para que comparezca ante ella por violación de uno de los artículos del Código Penal. Así es la cosa. Al que le han impuesto una medida de coerción es a mí. 

Hablé con la víctima de la estafa y le recomendé que no fuera al Departamento de la Policía de Naco, porque si a mí, que soy su representante, me imponen una medida de coerción; lo mismo a él, quien es la víctima, lo dejaban preso. 

Santo Domingo, R.D., martes, 14 de junio de 2011.

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