CHIQUI VICIOSO
Cuentan que un periodista extranjero le preguntó al doctor Balaguer que como era posible que él, un intelectual, poeta y autor de un tomo sobre La Métrica en la Prosodia Castellana, (su mejor texto), se resistiera a aumentar los salarios y pensiones de los empleados públicos. Y, cuentan, que cuando este mismo periodista contrastó esa obstinación con la austeridad, con su gasto en elefantes blancos como el Faro a Colón, Balaguer le preguntó si él, cuando visitaba la gran pirámide, se había preguntado cuantos egipcios habían muerto para construirla. Su respuesta, de ser veraz esta anécdota, sería un clarísimo ejemplo de la psicología de un hombre para quien la posteridad era la preocupación central, el objetivo de su vida.
A diferencia de Trujillo, cuya meta era la acumulación de capital para la mejora de esa finca personal en que convirtió la Res-pública, (algo que nostálgicos trujillistas confunden con el patriotismo), a Balaguer le interesaba la permanencia de su memoria, y para ello no dudó en destinar una gran parte del presupuesto nacional a la construcción de infraestructura física, dejando su impronta de varillas y cemento en toda la ciudad, tal y como lo hizo aquel a quien, según afirman los espiritistas, reencarnara: Nicolás de Ovando.
Faro a Colon, levantado en la zona oriental de Santo Domingo.
Por eso es muy loable que, antes de partir, el presidente Fernández tome en cuenta el reclamo nacional de un 4% para la educación. El problema está en que para conseguir ese 4% se penalice con nuevos impuestos a una clase ya bastante renuente a su pertenencia al Club de los Pendejos/as: la clase media.
¿De dónde sacar entonces los fondos para ese 4%?
Retomando a Don Juan Bosch y su primera decisión como presidente: reducirse el salario y el de los y las servidores públicos. Creo que una gran parte de los fondos para la educación podrían surgir del recorte salarial a funcionarios y funcionarias gubernamentales que ganen más de cien mil pesos mensuales, y del reajuste de las pensiones también a cien mil pesos. Es insólito que haya pensiones autoasignadas hasta de casi medio millón de pesos al mes, cuando una enfermera, o profesora, con 30 años de servicio recibe diez mil; una medida que, estoy segura, aplaudirían, entre otros, los diputados y senadores del partido en el gobierno (quienes testimoniarían así su apoyo al presidente) y de la oposición, empeñados como están en estos tiempos en demostrarnos su dedicación al bien común.
Juan Bosch y su discípulo Leonel Fernández.
Descubrir, via Harold, que el Superintendente de Bancos gana ochocientos mil pesos al mes; o que los salarios de ciertos funcionarios redondean mensualmente el millón de pesos, impide que la gente acepte nuevos sacrificios en pro de cualquier causa, aunque esta sea la del cuatro por ciento para la educación.
Por eso dice el pueblo: ¡Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre!, ya ardiendo...
Santo Domingo, R.D., lunes, 13 de junio de 2011.




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