Teofilo Quico Tabar
Tan solo dos semanas después de la jornada de protesta llevada a cabo por la mayoría de la población como muestra de descontento con la situación que vive el país, la respuesta del gobierno, no solo ha sido la de aumentar la tarifa eléctrica y los combustibles, lo que indudablemente disparará casi todo lo que de ellos depende, sino que uno de sus jefes políticos ha dicho, que el gobierno no puede hacerle frente a los reclamos de los grupos que tomaron la iniciativa de la protesta.
Eso se podría interpretar como un mensaje del gobierno para desalentar la población y sus organizaciones populares. Para que entiendan que no importa cuantas protestas hagan, pues de ninguna manera piensan resolver los problemas; de no ser así, para que lo expresaron, cuando todavía el sabor de satisfacción del éxito de la jornada está en el paladar de los que se manifestaron quedándose en sus casas, pertenecientes a todos los partidos, todas las clases sociales y todas las actividades.
Pero aún cuando las declaraciones hubiesen sido hechas con cierto grado de sinceridad, ya que nadie más que ellos conocen como andan las cosas dentro de las finanzas del gobierno, se equivocaron cuando expresaron: que no se podrían satisfacer las demandas de las organizaciones que realizaron el paro general, olvidando que fue el pueblo quien se manifestó. Sin darse cuenta, lo que hicieron fue provocar la población, al confesar que el gobierno no va a resolver la situación de encarecimiento y pobreza que padece la mayoría.
Un gobierno que cuenta con tantos analistas y asesores, debió entender que el éxito del paro se debió a que el pueblo está harto e insatisfecho con su forma de gobernar. En vez de una advertencia a los convocantes, lo que hicieron fue negarle al pueblo, que más que apoyo a la convocatoria se manifestó masiva y espontáneamente, sus demandas.
Más que hablar de que no se pueden satisfacer las demandas, lo prudente resultaría comenzar a dar muestras fehacientes de que hay la intención de hacer cosas positivas, comenzando por la de enmendar errores, combatir la corrupción, eliminar gastos innecesarios y poner sus funcionarios a trabajar en vez de estar politiqueando.
He advertido que con el pueblo no se puede jugar todo el tiempo. Es cierto que somos una sociedad bastante inclinada al conservadurismo, pero no hay gente más guapa y arrestada que quienes teniendo problemas, no encuentran salida. Cerrar las posibilidades de corregir las cosas; hablar de que no se pueden satisfacer las demandas populares, no de grupos sindicales o empresariales, sino del pueblo, es empujarlo a tomar decisiones arrestadas.
El pueblo está cansado de tantas palabras. Las promesas de campaña de que todos los problemas serían solucionados, ahora están teniendo respuestas contrarias y negativas. Y como reiteran que no podrán satisfacer las demandas populares, están empujando al pueblo hacia un camino difícil, a oscuras y lleno de palos y piedras.
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