martes, 26 de julio de 2011

Mitómano político


JUAN TAVERAS HERNÁNDEZ 

En 1996, cuando Leonel Fernández asumió la presidencia de la República por segunda ocasión, dijo estar alarmado por el nivel del endeudamiento externo. Incluso llegó a decir que el país había agotado su capacidad de endeudamiento. 

“Con respecto a la deuda externa, cabe señalar que cuando llegamos al gobierno, por vez primera, en el 1996, la deuda externa de la República Dominicana era de 3 mil 810 millones de dólares. Cuatro años después, en el 2000, cuando descendimos del solio presidencial, esa deuda había disminuido a 3 mil 635 millones de dólares. 

¿Quién, en su sano juicio, jamás habría pensado que en el período constitucional que en estos momentos llega a su fin, esa deuda sería llevada a 7 mil 200 millones de dólares, esto es, casi al doble de la que había cuatro años antes? ¿Qué grandes razones se presentaron en nuestro país para que en tan breve lapso esa deuda fuesen incrementadas de manera tan impresionante? ¿Qué causas obligaron a que así se produjese? 

Algunos de los ideólogos y voceros más conspicuos de esa política de endeudamiento externo solían repetir, en sus momentos de gloria, que visto que esa deuda representaba un bajo porcentaje de la producción nacional, la República Dominicana tenía una capacidad ilimitada para endeudarse. Frente a argumentos tan sofisticados, el pueblo llano, el del hombre y de la mujer común y corriente, solía responder con la sabiduría del sentido común. Es posible que la capacidad para endeudarse no tenga límites. Lo que sí tiene un límite es la capacidad para pagar. Y precisamente, lo que ocurre ahora, es que debemos pagar; y lo malo es que no nos han dejado con qué.” 

Era de suponer que el país aplicaría una política de ahorro reduciendo el gasto público mientras aumentaba la producción para incrementar las exportaciones y obtener mayores divisas. Ha sido todo lo contrario. La deuda externa para el año próximo será de alrededor de 23 mil millones de dólares. ¡Si, 23 mil millones de dólares! Es decir, Leonel hizo exactamente lo contrario a lo que prometió con relación a la deuda. 

Igual hizo con las medidas que anunció para solucionar la crisis, que no era otra que “decretar a partir de este mismo instante “un periodo de austeridad”. “Esa austeridad significa poner todo el empeño para reducir en no menos de un 20 por ciento el gasto del Estado. Hay muchos cargos públicos en exceso, creados mediante la tradicional práctica corrosiva de clientelismo o bien producto de las duplicidades de funciones dentro de nuestro aparato burocrático estatal. Esos serán suprimidos. 

En el gobierno que hoy se inicia, ninguna institución gubernamental u organismo independiente está autorizado a realizar compras o transacciones que vayan más allá de lo estrictamente indispensable. Nadie, absolutamente nadie, podrá utilizar los fondos públicos para la adquisición de nuevas jeepetas, o para efectuar llamadas telefónicas, nacionales o internacionales, sin límites de tiempo. Los viáticos y las dietas tienen que ser disminuidos. Los gastos superfluos, eliminados. Hay que suprimir aquellos cargos de subsecretarios de Estado no contemplados en la ley orgánica de la Secretaría de Estado correspondiente. 

Dictaremos normas para evitar que las instituciones del gobierno central tomen préstamos de bancos comerciales domésticos sin la debida autorización de la Oficina Nacional de Presupuesto o la Contraloría General de la República. 

Se someterá al Congreso un proyecto de ley de modificación de las leyes que contemplan los honorarios consulares, y en lugar de percibir ingresos equivalentes al 25 por ciento de los servicios prestados, los representantes consulares, como todo el mundo en la Administración Pública, recibirán un salario.” ¡Lo que ha pasado en el país ha sido exactamente lo contrario! 

En sus discursos Leonel siempre dice lo mismo aunque a veces cambie las palabras o el escenario. El mismo cuento del crecimiento económico similar incluso al de China Popular, bonanza en todos los órdenes. Un día dice que la economía del país está blindada, otro día dice lo contrario. En una cosa es coherente: ¡Siempre miente! Cuando dice que “el narcotráfico no pasará”. Entonces es que hay drogas. Cuando dice que “la corrupción no pasará”. Entonces es que hay corrupción. Cuando dice que habrá transparencia en el gobierno, entonces es que todo se torna oscuro. No es casual que Leonel sea el político peor valorado por su pueblo en el hemisferio latinoamericano. Ahora vuelve con el expediente de la crisis bancaria del 2003 para culpar, siete años después, al ex presidente de la República Hipólito Mejía que encabeza las encuestas con más de 20 puntos por encima de su contrincante oficialista Danilo Medina. Olvida que mientras Hipólito enfrentaba la crisis por la quiebra fraudulenta de los bancos privados y sometía a la justicia a los culpables, él, (Leonel) era empleado del mayor de los bancos quebrados y recibía más de 300 millones de pesos para su fundación, que el dinero que tenía depositado en esa entidad bancaria, que eran unos millones grandes, le fueron devueltos por las autoridades monetarias de entonces. (¡Memoria contra el olvido!) 

No dice el presidente Fernández que Hipólito salvó el sistema financiero nacional, lo cual ha sido reconocido por los propios banqueros no hace mucho. Olvida también que Estados Unidos y una buena parte de los países de Europa enfrentaron la crisis financiera igual como lo hizo el presidente dominicano. Con una diferencia: En esos países no metieron preso a los banqueros. ¡Hipólito lo hizo! (¡Memoria contra el olvido!) 

Al no ver el discurso del presidente Fernández no me perdí de nada. Gané jugando Domino con los amigos, tomando unos tragos y hablando “pluma de burro”. Nada de lo que prometió Leonel en ese y en otros muchos lo ha cumplido. Es de tontos perder el tiempo escuchar las mismas mentiras cada vez que habla. Es lo que se llama un mitómano político. (No dije cleptómano, dije mitómano. Son dos patologías distintas, pero recurrente en algunas personas)

Santo Domingo, R.D., martes, 26 de julio de 2011.

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