lunes, 26 de septiembre de 2011

Chiqui Vicioso: Carta abierta a Marranzini



He dejado de consumir carnes para no usar la nevera y de tomar agua o jugos fríos, que hacen daño. He ensayado de iluminar el patio con velas y he comprado mosquiteros. Lo que no he podido hacer aún es no encender el televisor de 9 a 11, o desconectar el aire acondicionado durante ese período para que mi compañero se sienta cómodo en su convalescencia.  En total tenemos un televisor, una  laptop, un aire split y bombillos de bajo consumo en todas las lámparas.

Pensaba que EdeEste estaba determinada a complicarme la existencia cuando lei la carta de Jacinto Gimbernard a Celso Marranzini, y me di cuenta de que lo que me pasa a mi no es un fenómeno aislado.

Gimbernard, a quien le aumentaron, como a mí, la tarifa de $1,500.00 pesos al mes a $5,000.00, porque supuestamente su casa, como la mía, era un empresa, (algo que los inspectores de la oficina que está en la Independencia, frente al cementerio, constaron era incierto), narraba en su misiva como ahora su tarifa es casi de diez mil pesos; igual que la mía, que vino de $9,959.84, aunque solicité una revisión desde el primer aumento y de eso hace cinco meses.

Jacinto Gimbernard. 


Lo que ha logrado el artículo de Gimbernard es convencerme de que ha sido una medida unilateral que se ha aplicado a todo el que paga luz, lo cual es un abuso.

Si quienes pagamos la luz que no consumimos, por apagones y austeridad, decidimos, en una acción colectiva, boicotear el pago de la luz, nada podrá hacer EdeEste para obligarnos, dando al traste con la gestión de Marranzini, la cual se ha propagandizado como un esfuerzo por eficientizar el servicio y obligar a quienes se roban la luz a pagar.

Los que habitamos ese nebuloso territorio denominado clase media no podemos asumir el déficit provocado por un cúmulo de contratos onerosos que nadie se ha atrevido a rescindir y de un grupo de intocables que, debiendo centenares de millones de pesos, amenazan permanentemente el equilibrio presupuestario de la Corporación  de Electricidad.

Celso Marranzini. 

Ya sé que se nos ha denominado como el club de los pendejos, pero todo tiene un límite, por aquello de que ni tanto que queme al santo ni tampoco que no lo alumbre.  De Marranzini dependerá no azuzar el fuego.

Como corcho, entre la miseria de los condenados de la tierra y los excesos de la burguesía nacional, la clase media paga los platos rotos.  Ni podemos seguir enrejándonos, como prisioneros de la estupidez nacional, abandonando la calle a la delincuencia; ni contratar guardaespaldas israelíes, o cámaras que registren nuestros asaltos.

Que no nos añadan a este rosario la irritación de los recibos de luz.

Santo Domingo, R.D., lunes, 26 de septiembre de 2011.

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