martes, 27 de septiembre de 2011

Eduardo García Michel: Un círculo vicioso impecable

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De Diario Libre

Algunos aseguran que la crisis internacional está siendo mal gestionada y que hace falta más estímulos fiscales y monetarios para combatir el desempleo y mantener la recuperación.

Echan en cara al Banco Central Europeo su obsesión por preservar la estabilidad de precios, en vez de apoyar la compra de deuda de los gobiernos.

A esto Paul Krugman le llama "un desastre impecable", porque entiende que esas políticas conservadoras están llevando a la economía mundial al precipicio. Pero pocos quieren recordar que se ha llegado ahí precisamente por los excesos bancarios, fiscales y monetarios que ha habido.

Paul Krugman, periodista, economista, profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.

Krugman explica que en Italia y España"se enfrentan a algo muy parecido a una espantada masiva bancaria, excepto por el hecho de que la retirada masiva de fondos afecta a los Gobiernos."

Y agrega que "los inversores, por la razón que sea, tienen miedo de que un país no sea capaz de pagar sus deudas. Esto hace que no estén dispuestos a comprar los bonos del país o, al menos, no salvo que se les ofrezca un tipo de interés muy alto. Y el hecho de que el país deba refinanciar su deuda a tipos de interés altos empeora sus perspectivas fiscales, lo que hace el impago más probable, de modo que la crisis de confianza se convierte en una profecía que acaba cumpliéndose."

Y añade que cualquier impago afectaría también la liquidez y tal vez solvencia bancaria.

Ahora, EE.UU y otros países están presionando a la Unión Europea para que actúe con más energía para enfrentar la crisis que abate los mercados.

Todos parecen haber olvidado que la crisis está montada en el lomo de los desequilibrios. La política económica ha caído en una especie de trampa y cada día las medidas que se adoptan lucen menos eficaces. Hay una crisis de confianza, credibilidad y liderazgo.

Y ante eso hay que tratar de restaurar lo que se ha perdido. Y tener en cuenta que cualquier medida adicional de estímulo que tienda a profundizar el déficit y la deuda podría tener el efecto de socavar aún más la credibilidad y sepultar la escasa confianza que aún sobrevive.

Ese es el dilema terrible que confrontan las autoridades, angustiadas por evitar una depresión económica. El recuerdo de los años 30 del siglo pasado gravita poderosamente. Se había creído que el instrumental económico haría inmune a la economía mundial de caer en un vértigo auto destructivo. Pero los hechos están mostrando que no existe garantía de que sea así.

Mapa de la deuda externa mundial.

La razón es sencilla: la economía opera sobre miles de millones de personas, cada una con criterio propio, diferente formación, sensibles a las noticias y rumores. No se sabe cómo las expectativas adquieren su contenido, ni se conoce la manera exacta de cambiarlas. Y existen organismos, como las clasificadoras de riesgo, que ahondan la ansiedad con la emisión de calificaciones inoportunas. Y hay también declaraciones de autoridades que desatan los temores.

Los recursos financieros, inflados por la emisión monetaria descontrolada, se mueven de manera impersonal, en montos nunca antes soñados, trasladados por gestores de fondos de inversión y de pensiones que asumen riesgos y buscan colocaciones para ganar arbitraje.

Los fondos se movilizan atraídos por señales que a veces parecen racionales, dentro de un mercado que no es físico, que nadie puede abarcar, pero que decide el futuro de empresas, familias y países. En ese mercado se opera con papeles que se auto sostienen por sí mismos, desligados en esencia de la producción real. La riqueza ha dejado de generarse con el sudor de la frente para pasar a depender de la creatividad ascendente de instrumentos financieros.

A todo eso se agrega los desequilibrios profundos presentes en el sector externo, en el ahorro y consumo, cuentas fiscales, balances financieros, mercados de deuda y materias primas, que provocan marginalidad en unos y exuberancia en otros.

Ante tal panorama, ¿acaso la promesa de más déficit y deuda más alta va a ayudar a restaurar la credibilidad y confianza? ¿Acaso el maná de un poco de inflación a cambio de ilusión de mejora del empleo, va a cambiar la ansiedad?

Mapa mundi de la deuda global 2010

Quizás esta crisis no pueda ser superada si no se hurga en las raíces. Es necesario que surja un liderazgo mundial fuerte, decidido a crear un nuevo orden económico y financiero mundial, que ponga racionalidad ante tanta decadencia, y que vuelva a los fundamentos: ni los excesos, ni los faltantes, ni los futuros sobre especulación pura, pueden ser la base de la convivencia humana.

Hay que reordenarlo todo, incluyendo las monedas de reservas. Volver a valorar la economía real. Y romper tantos artificios. Y espantar el fantasma de una guerra que esta vez no debe ser solución ante tanto despropósito.

http://www.diariolibre.com/opinion/2011/09/27/i306846_index.html

Santo Domingo, R.D., martes, 27 de septiembre de 2011.


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