AM.
Adriano Miguel Tejada
La República Dominicana nunca fue un país muy fragmentado, si medimos esta por el número de partidos políticos que concurren a unas elecciones.
El fenómeno es de este siglo y con excepción de una o dos elecciones, la regla ha sido que los partidos minoritarios siempre se han aliado a uno de los dos potenciales ganadores de los comicios.
La fragmentación del electorado en partidos diferentes se justifica donde haya una verdadera división ideológica, pero hasta prueba en contrario, los partidos dominicanos, aunque adoptan nombres y dicen representar ideologías, no son más que fachadas sin diferencias fundamentales. Y ni hablar de principios.
La creación de partidos que luego se montan en el carro triunfal no ha sido más que una forma de inscribirse en el presupuesto nacional, particularmente luego de la aprobación del financiamiento estatal a los partidos políticos. Terminar esa práctica es una medida saludable para curar nuestro sistema político.
Ahora bien, la formación de muchos de esos partidos se debe a la falta de democracia interna en nuestros partidos. Como aquí nadie quiere ser raso, ni pagar el precio de escalar pacientemente en los rangos partidarios, la solución más fácil es crear un partido, falsificar datos y a través de un equipo de prensa, crearse un nombre en la arena política.
Por tanto, lo que se requiere no son muchos partidos, sino verdaderos partidos democráticos, representativos y responsables ante el electorado.
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