Yvelisse Prats Ramírez De Pérez
Ayer era el Día Nacional de la Alfabetización. Mientras rumio el tema para comunicarlo En Plural, comparo apuntes viejos, convicciones de antes, con las recientes informaciones y aportes que van pasando ante mis ojos ávidos.
Este cotejo muestra que las perspectivas, las concepciones mismas, hasta la terminología de la Alfabetización han ido transformándose.
¿En qué consisten esencialmente las diferencias entre el ayer y el hoy con vistas al mañana, de lo que muchos llamaron código indispensable de la sociabilidad? El primero es el nombre, que al complementarse amplía su sentido, lo ubica en un continuum y da nuevos matices a su pertinencia y a su durabilidad: ya no se llama Alfabetización de Adultos, (que entendíamos por viejos) sino “Alfabetización y Educación Básica de Jóvenes y Adultos”, bautizada y confi rmada así en diferentes foros internacionales, consolidada en la Formulación del Plan Iberoamericano (PIA), del año 2007.
El nuevo nombre defi ne un criterio inclusivo, más democrático tanto pedagógico como social y político: la alfabetización no tiene ya un objetivo aislado, no es una acción autónoma sin nexos con la vida, que al ser progresiva y cambiante, exige continuidad en el avance hacia la pluralidad de propósitos.
En el contexto de la educación permanente tan reclamada por la Unesco, la alfabetización es un escalón, indispensable, importantísimo, un tramo del proceso que incluye, por lo menos, la educación básica.
Derecho Humano sí, ese objetivo a cumplir de la Alfabetización de antes sigue siendo válido; deuda social también, porque sabemos aunque lo escondan o lo camufl ajean las “delicatesen” de planes irreales que el analfabetismo crece y se multiplica en la pobreza, y que la pobreza y el analfabetismo no vienen del cielo, Dios no castiga, sino que tienen responsables obvios, el Estado, los gobiernos, las capas letradas parapetadas en sus cómodas lasitudes.
La diferencia es que a este derecho humano que es la alfabetización, se le agregan otras calidades; ahora, se defi ne también como vector indispensable de desarrollo, por aquello de la Competitividad y la Productividad que no se logran sin el recurso humano califi cado, y se percibe en ecuación dialéctica, su impacto en la disminución de la pobreza, la desigualdad y la exclusión.
Por esta ampliación de sus miras la Alfabetización así complementada se convierte en eje trasversal que cruza bienhechoramente la salud familiar, como lo demuestran estudios hechos por Withman en 2001 y Robinson- Pant en 2006; las competencias laborales, que se incluyen en el amplio horizonte de esta “Plena Alfabetización” como la defi ne el Secretario General de la OEI, Álvaro Marchesi; y como creadora y reproductora de valores, infl uye en la educación de las siguientes generaciones rompiendo el círculo vicioso de pobreza-analfabetismo.
Los que me están leyendo, dirán a estas alturas “¡Yvelisse, siempre con utopías y sueños!”.
Pero esta vez, enuncio verdades y proyectos, más aún, compromisos concretos de Estado, que nuestro país rubricó en los Objetivos del Milenio y en la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de gobierno de 2007.
Y para dar contundencia y verosimilitud a este artículo recuerdo a quienes lo saben, y sobre todo a las autoridades educativas responsables de cumplirlo, que en el Plan Iberoamericano que mencioné y que contiene las concreciones para cumplir el objetivo de universalizar la alfabetización y la educación básica en la región ANTES del 2015, participa (¿o debe participar?), la República Dominicana, creo que hasta se estableció una Comisión Nacional para dar seguimiento a la aplicación gradual y progresiva de ese PIA.
El tema de la educación de adultos es una de las subpasiones dentro de mi amor total por la educación, soy asesora del Programa Siembra Saber, al que da aliento esa extraordinaria ciudadana que es Melba Segura de Grullón, me mantengo activa en mi interés por la Alfabetización. La planteo como punto nodal de las políticas públicas; aspiro a que en el Programa de Gobierno de Hipólito Mejía la educación de adultos ocupe el lugar que Peña Gómez le asignó en su Programa de Gobierno Compartido.
Además, conozco y respeto a la intachable Miriam Camilo, responsable en MINERD de la Educación de Adultos. Pero lo que no conozco, lo que no sé, lo que nubla mis capacidades sobre el tema, es ¿por dónde anda el PIA? ¿Qué se está haciendo? ¿Quiénes lo aplican? ¿Cómo se ha evaluado y qué opina la OEI sobre su desempeño en el país? Con la curiosidad que mantiene la juventud de mis 80 años, formulo la pregunta que me arde: ¿Está vigente el PIA en República Dominicana, o lo violamos e ignoramos como otros planes, en la convulsa falta de institucionalidad que caracteriza la era peledeísta? Casi un millón de analfabetos absolutos, todos los niños sin escolaridad, y los jóvenes “ni-ni” (ni estudian-ni trabajan) esperan respuestas.
Santo Domingo, R.D., sábado, 14 de enero de 2012.
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