Julio Cury
La verdad no se oculta en declaraciones de prensa, ni en artículos parcializados, ni en caravanas políticas, ni en encuestas amañadas. Dondequiera que se va, el grito de la gente pega al cielo, y ésa es una verdad de a puño que reina por encima de todo artificio publicitario. La población se queja de las dificultades actuales, proclama sin tapujos que “está bueno ya de esta vaina”, y apuesta por un cambio aunque todo siga igual.
Falta poco para que en este país empecemos a comernos unos con otros, y ésa es otra gran verdad. Pero, ¿quiénes son los responsables de este estado de insatisfacciones? Sabemos que lo que sucede a lo largo y ancho de nuestros 48 mil kilómetros cuadrados, está bajo el control del PLD: el gobierno, la Policía Nacional, el Ministerio Público, el Congreso, la Cámara de Cuentas, la Junta Central Electoral, y desde la madrugada del 22 de diciembre, los tribunales judiciales, electorales y administrativos. De modo, pues, que prorrogar lo que se está viviendo bajo la tutela peledeísta, está lejos de ser una opción electoral.
Esa excesiva concentración de poder es lo más parecido a un régimen totalitario.
A decir otra verdad, la democracia que nos gastamos es más formal que efectiva, y, en muchos aspectos, se está pareciendo a lo que instauró Trujillo en 1930. Sí, porque también entonces teníamos cámaras legislativas, Poder Judicial y JCE, y a nadie se le ocurriría insinuar que, por disponer de esas instituciones, el país vivió en democracia.
Ahora es bastante parecido; el PLD tiene el monopolio de los tres poderes del Estado y, además, de todas las estructuras oficiales consagradas en las leyes. Esa centralización absoluta, unida a la desesperación económica que se vive, es precisamente lo que ha generado este hastío que promete el cambio que tanto se anhela.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 25 de enero de 2012.
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