Hace décadas, los padres formaban los hijos enfatizando sanos principios morales, honestidad, respeto. No mencionaban anti valores ni para rechazarlos. De ninguna manera querían que penetraran en la mente de los niños. Hoy, son muchos los que con descaro los fomentan y con orgullo, exhiben sus resultados. Reconozco que quienes así actúan, son débiles mentales, con vacíos en la formación, fuerte frustraciones y sin controles sociales. Tienden a darle más importancia a lo material que a lo espiritual, deformando la sociedad.
Sabemos que navegamos en un mar de anti valores, delincuencia, droga, narcotráfico, corrupción, violencia. También la mayoría en la indigencia, sin techo, enferma, con hambre, desempleada, analfabeta, el país endeudado, el dinero en los bolsillos de unos poco, mientras dirigen la nación con criterios personales, no normativos, donde todo vale si logra hacerte rico. Ninguna persona que se respete, puede ser feliz en medio de esta miseria física y moral. Es un ¡Sálvese quien pueda! Lo grave es aceptar el modelo.
A diario, los medios de comunicación informan sobre males sociales. Cambian los actores pero no los problemas, los multiplican. Es rara una noticia hermosa. Añoramos saber de un nuevo rico logrado por buena lid y con actitudes ejemplares. Algo que recuerde el triunfo del bien, sobre el mal. Escasean los parámetros ejemplares. Procede hacer una pausa. Observar la naturaleza, pensar en Dios.
Hay que buscar una salida, descongestionar la mente y reflexionar. ¿Cómo barrer la basura que aliena y obstaculiza el camino hacia el bien común? Urge apartarse de los hipócritas, demagogos, sembradores de miseria, ambiciosos sin escrúpulos. Los que manejan el poder, son los maestros con más influencia. Llegan a todos. Deben ser cuidadosos. Algunos exhiben conductas poco ejemplares, que inyectan al pueblo. Deben ser detenidas.
Vamos a rodearnos de personas bien intencionadas, que resuelvan problemas, no que los justifiquen. El gobierno debe recordar, que administra los bienes del pueblo para ayudarlo a resolver sus necesidades. No es deslumbrar con mega obras ni realizar fantasías. Hay que cambiar el sistema.
Atrapemos las plagas sociales. Saquémosla del marco teórico, desnudémosla. Expulsemos los anti valores de la sociedad. Sembremos educación, producción, respeto, orden, ¡Vergüenza contra dinero! como diría Bosch. Despejemos el ambiente y cuidemos lo más bello y valioso de la vida: el alma del pueblo, de la gente, su paz.
Santo Domingo, R.D., lunes, 13 de
febrero de 2012.


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