martes, 14 de febrero de 2012

Insulto


Editorial EL NACIONAL

El reclamo de aumento salarial elevado por un grupo de diputados dizque para compensar la inflación registrada en los últimos dos años puede interpretarse como un insulto o una burla a la ciudadanía, en especial a la mayoría de los empleados públicos, cuyos magros salarios han estado petrificados durante los últimos tres años.

A pesar de que durante la gestión del anterior presidente del hemiciclo, Julio César Valentín, los legisladores  recibieron un incremento de  cincuenta mil pesos en sus salarios, se  solicita ahora otro aumento, esta vez como “indexación salarial en base  a la inflación registrada en los últimos dos años”.

En vez de presentar un proyecto de ley para que se incrementen los sueldos y salarios de empleados públicos en base a la inflación acumulada, el grupo de diputados portador de tan infeliz iniciativa procura  resolver su situación particular, sin conformarse con  ingresos adicionales  hasta por asistir a las sesiones.

Un diputado percibe ingresos por más de 330 mil pesos mensuales, incluido gasto de representación (RD$35,000), dieta (RD$45,000); viáticos (RD$50,000), pago de teléfono (RD$3,500) y  veintidós mil pesos para combustibles, además de los 175 mil pesos como  salario base.

No se olvide que cada legislador recibe dos exoneraciones para la importación de sendos vehículos de lujo, que son  vendidas  por la mayoría de los  diputados y senadores, lo que representa un  apreciable ingreso marginal.

Ese reclamo de aumento salarial,  sin importar su justeza,  constituye una gestión impertinente y desagradable a ojos y oído de una población aguijoneada  por un desproporcionado balance entre el ingreso e índice general de precios.

Algunos legisladores  argumentan que  deben destinar gran parte de sus ingresos a resolver  problemas de sus electores, sin entender que  su función es la de legislar a favor del bien común y de gestionar  obras que coadyuven con el progreso de sus comunidades y no de pretender con fondos públicos suplir  el rol del Estado o de  entidades caritativas.

Es preciso señalar que  los diputados y senadores  de todas las banderías políticas han sido  elegidos para  legislar a favor de sus electores y de la nación y no para resolver problemas personales o para  incentivar el clientelismo. El legislador que no se sienta a gusto con su salario, debería simplemente renunciar.

Santo Domingo, R.D., martes, 14 de febrero de 2012.

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