El polémico discurso ha encontrado un
rechazo generalizado, incluyendo al Consejo Nacional de la Empresa Privada, la
Asociación de Industrias, la Asociación de Jóvenes Empresarios, y las
agrupaciones de productores agropecuarios, algunas de las cuales, como la
Aproleche, desmienten las cifras optimistas sobre el sector.
JUAN BOLÍVAR DÍAZ/
De Hoy.com.do
Leonel Fernández y su familia, el 27 de
febrero de 2012. Dia Independencia Nacional. Carmen Suárez/acento.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana._ Con
una serie de desaciertos, el presidente Leonel Fernández sembró vientos y
cosechó tempestades en ocasión de su último informe a la nación, a no ser que
él y el pueblo quieran otra cosa, como adelantó el presidente del Senado en el
augusto escenario de la Asamblea Nacional el lunes 27 de febrero.
Abusando de su extraordinario histrionismo
y capacidad comunicativa, el mandatario hirió la sensibilidad de muchos de los
que como él pueden conceptualizar, por
lo que ha recibido una tanda de censuras sin precedente por haber manipulado
cifras y magnificado sus logros en estos ocho años consecutivos de gobierno.
El déficit constitucional
Analistas y comentaristas de televisión
habían adelantado que el presidente
formularía un discurso de carácter netamente político, pasando balance a
su último período de gobierno y con miras a las elecciones de mayo próximo,
pero se quedaron cortos. La pieza fue absolutamente política y se extendió
hasta el 2016 cuando el mandatario y sus fieles esperan que vuelva, como quedó
evidente en el escenario.
La primera reacción fue que le faltó
referirse a la gestión del 2011, en desconocimiento del mandato específico de
cuatro artículos de la Constitución en lo que el experto Cristóbal Rodríguez
denominó el “déficit constitucional del discurso”. El experto en derecho constitucional sostiene
que Fernández ignoró mandatos de los artículos 93, 114, 121 y 128 de la
Constitución que disponen la rendición de cuentas ante las cámaras legislativas
al comenzar el 27 de febrero de cada año.
Los defensores del pragmatismo político
aducen que en un año de elecciones el
mandatario podía aprovechar el escenario para servirse a su antojo.
Otros estiman que la rendición de cuentas está en las memorias de los ministerios
que los presidentes remiten o entregan al Congreso. Sin embargo la Constitución
no establece diferencias entre el primero y el último año de la administración
y es específica en cuanto a las memorias y el mensaje y la explicación del
presidente y señala también el deber de proyectar la gestión del año en curso.
En efecto el artículo 114 plantea “la
responsabilidad del Presidente de la República de rendir cuentas anualmente,
ante el Congreso Nacional de la administración presupuestaria, financiera y de
gestión ocurrida en el año anterior”, refiriendo al artículo 128, pero
especificando que “acompañada de un mensaje explicativo de las proyecciones
macroeconómicas y fiscales, los resultados económicos, financieros y sociales
esperados” y las prioridades a ejecutar en el año en curso. El artículo 121
indica que las cámaras legislativas deben “Recibir el mensaje y la rendición de
cuentas de la o el Presidente de la República y las memorias de los
ministerios”. El numeral 2, letra f del artículo 128 también ordena el depósito de las memorias de los
ministerios y además “rendir cuentas de su administración del año anterior”.
Una auto glorificación
El presidente Fernández habrá depositado
las memorias de los ministerios pero no rindió cuentas ni explicó metas y
prioridades del año en curso, a pesar de que pronunció un extenso discurso de
casi dos horas y media en gran parte dedicado a su auto glorificación hasta el
punto de proclamar alborozado que ha logrado su sueño de convertir la capital
dominicana en un “New York chiquito”, por la cantidad de edificaciones y obras viales
que pudo ver desde un helicóptero.
Ese sueño infantil del doctor Fernández se
confunde con el “sueño americano” que
describió como el acceso a electrodomésticos para trasmutarse en “la ilusión
dominicana” en un canto de auto glorificación que parte del desastre de país y
nación que encontró ocho años atrás para terminar apelando a la referencia de
Hamlet cuando proclamó el desquiciamiento del mundo para exclamar “¡vaya faena,
haber nacido yo para tener que arreglarlo!”. Por si las dudas, aclaró que no
“nunca he tenido las pretensiones de Hamlet”.
Ninguna mezquindad puede ocultar la
inversión vial y en edificios en los gobiernos de Fernández, incluyendo tres o
cuatro torres de lujosos apartamentos, pero la mayor parte de lo que se ve
desde el aire no es fruto de sueño alguno sino de la inversión privada, y no de
ocho años, sino ya de tres o cuatro décadas.
La mayor gloria “de modernidad” que se
atribuye al presidente Fernández es haber hecho un sistema de tren subterráneo,
que es la obra más costosa en la historia del país, pero cuya primera línea
apenas sirve al 0.5 por ciento de la población nacional y a menos del 2 por
ciento de los residentes en la gran urbe de Santo Domingo. Ver un New York
chiquito en una ciudad de tránsito
caótico a pesar de tanta inversión vial, con gran parte de su población
viviendo en casuchas sin agua potable y escasa electricidad, sin
alcantarillados pluvial ni sanitario, surcada por inmundas cañadas que
contaminan ríos y playa, más que un ejercicio de optimismo es una ofensa.
Comparación para párvulos
Casi todo el “informe a la nación” fue un
ejercicio de comparación entre lo que era el país en el 2004 y el legado del
presidente Fernández, que pareció fruto de la convicción de que sólo los
grandes líderes pueden conceptualizar.
Por momentos parecía dirigido a párvulos, un culto a la ignorancia que no
merece la élite social que escucha con atención o lee discursos presidenciales.
Lo primero es que es un ventajismo partir
de un año en que la economía del país buscaba reflotar tras las quiebras
bancarias que el año anterior habían costado casi el mismo monto del
presupuesto nacional, cuando los ingresos fiscales eran 97 mil millones de
pesos, la cuarta parte de los registrados el año pasado. Desde luego sin hacer
una confesión de la responsabilidad que compartía el orador en la incubación y
desarrollo de monstruos devoradores como el Baninter.
Manipuló tantas cifras que aunque se
refería a lo encontrado al comenzar su gobierno, situó la tasa cambiaria del
dólar en el pico de 55 pesos que alcanzó a principios de ese año, en vez de los
41 a que se cotizaba al juramentarse en agosto del 2004. Es pueril proclamar
como éxito que 8 años después, y con una población superior en alrededor de un
millón de personas, se comen más plátanos, pollos o habichuelas.
Desde luego que el presidente olvidó contar
sobre sus déficits fiscales financiados con endeudamiento, al igual que gran
parte de su obra material, para triplicar la deuda del gobierno, especialmente
en los últimos cuatro años. El economista Miguel Ceara Hatton ha resaltado que
el 68 por ciento, más de dos tercios, de los 13 mil 300 millones de dólares de
deuda nueva contraída entre el 2000 y el 2011 se contrató a partir del 2004,
por lo que las consecuencias del New York
chiquito tendrá que afrontarla el próximo gobierno.
Rechazo generalizado
El polémico discurso ha encontrado un
rechazo generalizado, incluyendo al Consejo Nacional de la Empresa Privada, la
Asociación de Industrias, la Asociación de Jóvenes Empresarios, y las
agrupaciones de productores agropecuarios, algunas de las cuales, como la
Aproleche, desmienten las cifras optimistas sobre el sector.
Que el mandatario no se refiriera al sector
industrial tiene lógica, dada la caída que el mismo ha sufrido en los últimos
ocho años, del 32.6 al 26 por ciento del producto bruto interno, como
sustentara el economista Alejandro Fernández el jueves en su página del Diario
Libre, gracias a una política que ha fundamentado el crecimiento en las
importaciones y en la construcción pública. Sostuvo que en el 2011 mientras
toda la banca privada destinó 1,589 millones de pesos a financiar obras gubernamentales, la banca estatal le otorgó
casi todo su crédito, 29 mil 355 millones de pesos, 18 veces más.
El CONEP aprovechó para volver a denunciar
el modelo económico leonelista que no se fundamenta en elevar la producción y
la productividad. Y reclamó fortalecer la institucionalidad con el cumplimiento
de la Constitución y las leyes. La ANJE rechazó que exista la revolución
democrática planteada por el presidente, señalando debilidades institucionales
como pobre independencia de la justicia, falta de transparencia y de lucha
contra la corrupción y de seguridad jurídica.
La proeza del boroneo
La ilusión de Leonel Fernández no cuadra
con el índice de competitividad del Foro Económico Mundial que sitúa al país en
los últimos escalones en capacidad de competir internacionalmente, en educación
y sobre todo en malversación de los recursos públicos, sin que pudiera informar
de un solo funcionario llevado a la cárcel. Tampoco cuadra con las evaluaciones
del Banco Mundial, del Latino-barómetro y de Transparencia Internacional que
queman al país en transparencia con notas de hasta 26 sobre 100. Ni hablar de Amnistía Internacional que denuncia una
política criminal y documenta un libro con cientos e ejecutados por la Policía.
En tantas comparaciones entre el 2004
((mencionado más de 60 veces) y el 2011, el mandatario olvidó establecer las
diferencias entre el gasto corriente y la inversión, el crecimiento del 50 por
ciento en la nómina pública (de 390 mil a 580 mil) con su diarrea de 334
viceministros y de mil 163 funcionarios diplomáticos y consulares.
Pero la mejor muestra de la ilusión
desarrollista del presidente Fernández quedó en su informe de que ha rescatado
de la pobreza a 800 mil personas y que
582 mil 950 familias reciben el subsidio de 700 pesos de “comer es
primero”, suma que no alcanza para comprar una libra de arroz por día. También
que 213 mil familias reciben el incentivo para mandar los hijos a la escuela,
cuyos 200 pesos no alcanzan para un
plátano por día. Sumó 760 mil 591 beneficiarios del programa bonogás para
hogares, y 15 mil 745 para choferes, más
263 mil del programa bonoluz. Totalizan un millón 840 mil. Toda una proeza en
materia de boroneo, no para combatir la pobreza, sino para mantenerla bajo
control político.-
Santo Domingo, R.D., domingo, 04 de marzo de 2012.
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