jueves, 15 de marzo de 2012

El cambio lo determinara el poder del pueblo


Teófilo Quico Tabar

En su tratado sobre La República, Platón define el sentido de la democracia como el poder del pueblo. La democracia ha estado presente como ideal o de forma teórica en casi todos los cambios políticos, desde el Agora ateniense pasando por el Senado romano y por las formas de gobierno de las ciudades del Renacimiento, hasta la Constitución de los Estados Unidos, la Revolución Francesa, las guerras de independencia en los  países latinoamericanos e incluso en el modelo de Revolución Proletaria de Rusia y hasta en la cubana.

Sin embargo, la democracia parece ser como la definió alguien: “Un blanco móvil”. Algo que se logra en un momento histórico, pero que se aleja o se mueve día a día y tiene que volverse a lograr permanentemente.

¿Donde está entonces el poder del pueblo? Porque el solo hecho de que en nuestros países se da la posibilidad de elegir a los gobernantes e incluso los representantes en las cámaras legislativas y de los ayuntamientos de acuerdo con las reglamentaciones constitucionales, no quiere decir que se ha logrado un ejercicio real y eficiente de la democracia, porque el verdadero ejercicio de la democracia implica también una permanente participación del pueblo,  entendida como la posibilidad de acceder a los bienes y servicios y a decidir sobre los temas más importantes que les afectan.

Aún así, el ideal de democracia está arraigado en el sentir y  pensar de la gente, y aunque a veces no nos damos cuenta, existe  vocación hacia la libertad y una gran capacidad de vivir y ejercitar la democracia, que se manifiesta en todo momento pero principalmente en situaciones de dificultad o durante los procesos electorales. Por eso debemos sentirnos altamente satisfechos con la participación popular y las manifestaciones de la gente en este proceso.

Sin embargo, a pesar de esas manifestaciones democráticas expresadas por la gente, hay  actitudes que motivan a preocupación de algunos sectores y que poco a poco se expande en la población, referente a la posibilidad de que la permanencia de un partido en el poder por largo tiempo  se convierta en un elemento que limite la democracia y la participación activa y libre de la sociedad; además de la concentración de poder, por el uso de los recursos del Estado en actividades proselitistas o personales.

La respuesta a esto está determinada por esa participación popular y consciente de la ciudadanía en el proceso, porque la democracia se construye diariamente y a cada instante. Se hace cuando la gente reclama seguridad y exige sus derechos; lucha contra cualquier abuso. Cuando pide mejoría en los servicios públicos; mayor presupuesto para educación; respeto e igualdad de género, en fin, cuando muestra  deseos de cambios y superación.
Un pueblo que actúa así merece tener el verdadero poder, es decir, ejercer la democracia a cabalidad mediante el voto para darse el cambio de gobierno deseado, y de ahí, iniciar un proceso activo hasta lograr una vida más digna y humana.

Santo Domingo, R.D., jueves, 15 de marzo de 2012.

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