ROSARIO ESPINAL
Una de las transformaciones sociales más
importantes de fines del siglo 20 fue la incorporación de las mujeres a la vida
política. La lucha ha sido larga y difícil, y muchas desigualdades de género
persisten: pero en décadas recientes hay mayor aceptación en la opinión pública
mundial de que las mujeres deben participar igual que los hombres en política,
y hay más mujeres en posiciones públicas.
En República Dominicana, según la encuesta
DEMOS publicada en 1994, sólo el 50% de la población consideraba que las
mujeres debían participar igual que los hombres en la política. Para el año
2010, según el Barómetro de las Américas, esa opinión contaba con la aprobación
del 75%.
No obstante este cambio, la representación
de las mujeres en puestos públicos (electivos y no electivos) sigue siendo baja
en República Dominicana y en muchos otros países.
Hay pocas mujeres en las direcciones de los
partidos, en el Congreso, las alcaldías y la alta administración pública.
Actualmente, sólo hay tres mujeres en el
gabinete ministerial dominicano, que representan 14% de todos los ministros con
portafolio. En el Senado, la representación de mujeres es sólo 9% y en las
alcaldías 7.7%.
La mayor representación de las mujeres se registra
en las regidurías, con un 33%, y en la Cámara de Diputados con un 20.8%. La
razón de esta mayor representación es que en estas dos instancias se estableció
la cuota de nominaciones en 33%. Aun así, en la Cámara no se ha alcanzado el
mínimo deseado de 33% de mujeres.
Diversos factores se señalan en muchos
países para dar cuenta de la baja representación de las mujeres en las
instancias públicas, entre ellos: las responsabilidades domésticas que confinan
las mujeres al hogar, menores recursos económicos y mayor dificultad para
acceder a ellos en las campañas electorales, prejuicios culturales,
discriminación en los partidos para la postulación de mujeres, y disposiciones
específicas en el sistema electoral como el voto preferencial o el tamaño de las
circunscripciones.
Todos esos factores pueden representar
obstáculos concretos, pero los datos de República Dominicana demuestran que si
se postulan más mujeres se elegirán más mujeres. Veamos.
El porcentaje de mujeres postuladas en las
elecciones de 2010 es similar al de candidatas electas en la Cámara de
Diputados: 34.4% de candidatas fueron postuladas y 31.9% de candidatas fueron
electas de las postuladas.
Esto se tradujo en sólo 20.8% de mujeres
electas en la Cámara porque para transformar una institución que históricamente
ha sido de hombres, hay que postular más mujeres. De ahí la importancia de la
paridad de candidaturas para eventualmente lograr mayor equidad de género en la
representación política
José Luis Rodríguez Zapatero, de España; Michelle Bachelet, de Chile.
Mejorar la representación de las mujeres en
la alta administración pública requiere del compromiso de los presidentes, como
lo demostraron José Luis Rodríguez Zapatero y Michelle Bachelet cuando
inauguraron sus gobiernos con gabinetes paritarios.
La igualdad de género en la representación
política no es cuestión de favoritismo ni condescendencia con las mujeres, es
cuestión de derechos humanos.
Las mujeres son la mitad de la población y
han sido excluidas de la política por dogmas y prejuicios fundamentados en
argumentos biológicos, religiosos y culturales que han dado ventajas excesivas
a los hombres.
Una vez en el poder, no hay garantías de
que las mujeres desempeñarán las funciones públicas mejor que los hombres, pero
es injusto que por una discriminación histórica se mantenga a las mujeres tan
alejadas de las posiciones de poder político donde se deciden asuntos
importantes para toda la población.
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