José Alejandro Ayuso
En la última alocución para rendir cuentas del presidente Leonel Fernández, escuché la siguiente frase: “Estamos mejor que hace 8 años”. De inmediato pensé en la voz narrativa del plural ficticio que con frecuencia utiliza una sola persona al referirse a sí mismo: el nosotros por el yo, a veces como una deformación de estilo con la intención de parecer que también habla en nombre de todos o que nos incluye en su pronunciamiento.
Pero como es de consenso que este discurso constituyó una defensa a ultranza de la gestión de los dos periodos consecutivos de su gobierno y una arenga para intentar justificar un tercero del mismo partido y de la misma gente, quizá en este caso Fernández se refería a que “están mejor” algunos miembros y simpatizantes del partido oficialista y de sus conocidos aliados en la consabida “conchupancia” del presupuesto nacional.
Porque está claro que sólo unos pocos beneficiarios del despilfarro del erario están mejor que hace 8 años, como lo demostró la Gallup-Hoy publicada a mediados de diciembre de 2011: 3 de cada 4 dijo que la economía iba mal o muy mal para un 75%del universo encuestado, lo que llevó a reputados economistas a calificar esto de “divorcio” entre cuestionables indicadores macroeconómicos y el bienestar real de la gran mayoría del pueblo.
En la búsqueda de otras mediciones para indagar en qué es qué estamos mejor que en el 2004, encuentro en el periódico digital Acento.com.do una encuesta que ya tiene 4,070 respuestas al momento de escribir esta columna. A la pregunta ¿cómo valora usted el gobierno de 8 años del PLD que ahora termina? el 16% lo considera bueno y el 84% que ha sido malo.
Una explicación breve y sencilla es que la política social del PLD se ha reducido al “clientelismo” que convierte en favores políticos y en asistencialismo el acceso a los bienes, servicios y recursos que provee el Estado, lo que excluye de este reparto a los que no expresan adhesión al partido oficialista, que son los más y que tendrían derechos fundamentales en un Estado Social y Democrático de Derecho que funcione.
Se ha preferido orientar el gasto público hacia obras de infraestructura no prioritarias, faraónicas y en la capital, y no invertir en la mejora del sistema educativo cuyos resultados se ven a mediano plazo. Y es que ni el presidente actual, ni su esposa candidata a la vicepresidencia, ni el candidato al continuismo del oficialismo gobernante ni nadie en el PLD ha entendido aquella lúcida frase del dos veces ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti: la clave de la reducción de la pobreza y del desarrollo sostenible no es la economía, sino la educación.
Y si “e´palante que vamos” es con Hipólito Mejía y el PRD porque, como canta Juan Luis Guerra en su guaracha: ¿A donde va el ordeño de la vaca?/Pues al bidón de las promesas/Tira la palanca y endereza/Que la guagua va en reversa… http://www.elnacional.com.do/
Santo Domingo, R.D., sabado, 03 de marzo de 2012.
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