El camino de la moral es duro,
exige entrega y sacrificio
LUIS SCHEKER
Vivir bien es vivir de acuerdo con los postulados de la razón y la conciencia”, afirmaban los filósofos clásicos; verdad discutida, pero no negada. La moral es fuerza vital que impulsa al individuo a actuar en una forma determinada por su conciencia. Es una fuerza positiva, dinámica, no inerte.” La moral es una fuerza interna que compulsa a la búsqueda del bien, la equidad, la justicia social”, sin esperar otra recompensa mayor que vivir bien consigo mismo.
No es una pose, una actitud circunstancial. Impregnada en lo más profundo del ser se torna beligerante, combatiente, desafiante contra toda corriente filosófica social, económica o política opuesta a esa búsqueda, a la lucha agónica por transformar. Porque el camino de la moral es duro, exige entrega y sacrificio. “La moral no paga”, no se contabiliza y en un mundo mercantil, egoísta, disoluto, eso es de suma importancia.
“El espectáculo del mal, que es el espectáculo del desorden moral, sirve mejor que el espectáculo del bien para hacernos comprender en qué consiste el orden moral”, nos dice Hostos. Sólo en tiempo de crisis y de anti valores comprendemos su imperiosa necesidad. La perversidad “el espectáculo del mal” ha existido siempre. Lo hemos padecido y ha sido antagonizado sistemáticamente, con la fuerza interior que carecen los anti valores de la corrupción, la criminalidad y los abusos que desde el poder anima y protege la impunidad.
Platón y Aristóteles.
Toda persona puede ser injusta, cometer actos de injusticia, sin serlo. “Injusto es quien actúa en contra de las leyes, exige más de lo que le corresponde y quiere introducir la desigualdad y el abuso entre los hombres. Pero el hombre justo surge de sus obras justas.” (Aristóteles). Por sus frutos los conoceréis, señala la Biblia. Y nuestro noble Patricio nos enseña: “Sed justo lo primero si queréis ser libres y con ello apagareis la tea de la discordia y la injusticia.” Parecen palabras olvidadas, muy distantes y sin embargo, no hay otra solución, otro deber individual y colectivo, otra obligación mayor para los gobernantes que quieran perpetuar y honrar su memoria.
En una sociedad marcada por la violencia generalizada, indetenible, el hambre y la marginación, la explotación y la miseria reinantes en un pueblo partido en dos por un sistema anacrónico, que simula una democracia y genera corrupción y desigualdades, se requiere de grandes trasformaciones en la forma de sentir y vivir a plenitud, con alto sentido de responsabilidad y solidaridad social. Es evidente que el futuro próximo nace a cada instante y está en nosotros.
La nueva generación “consiste en la prolongación de lo que es en nosotros (en nuestra historia) lo esencial y no contingente, normal y no aleatorio”. Lo que nos une y no lo que nos separa. Todos tenemos la obligación principal de preservar y fortalecer la moral y la ética social y política. Sin ese empeño individual y colectivo, de hombres y mujeres en diferentes frentes, de gobernantes y gobernados dando ejemplo de vida austera, honesta, moralizante, la batalla por la búsqueda de la verdad, la igualdad, la democracia, la equidad y el bienestar común de antemano está pérdida.
Santo Domingo, R.D., miercoles, 04 de julio de 2012.
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