jueves, 26 de julio de 2012

El mejor camino para acortar las distancias


Teófilo Quico Tabar

El domingo celebraremos el día de Los Padres, fecha importante para recordar  nuestros papás, presentes o idos. También  para que los creyentes   lo hagamos por el gran Padre celestial, y los que no creen o dudan,  por aquel  que nos dejó el mensaje de que la paz reine entre nosotros: Hermanos, amigos, esposos, compañeros, conocidos. 

Se puede decir sin exagerar que una parte importante de la sociedad está afectada por el virus de la división,  violencia,  incomprensión y   distanciamiento, lo que se refleja en el conjunto. No solo inciden en las organizaciones políticas, instituciones públicas y privadas o las familias en las cuales se desarrollan, sino que repercuten  de diferentes maneras en el resto de la sociedad. Crean inquietudes y preocupaciones. Aumentan el malestar. Empeoran los problemas y se agrandan las distancias.

Por eso entiendo propicio que con motivo del día de Los Padres, tomemos la decisión de renovar esfuerzos para buscar de diferentes maneras las vías para mejorar la comunicación,  eliminar la violencia, solucionar los conflictos, o por lo menos acortar las distancias. Encontrar mecanismos que hagan posible que compañeros, amigos o familiares convivan bajo el predicamento del respeto a la dignidad humana.

La cantidad de problemas que a diario se acumulan sin encontrar salidas o por lo menos luces hacia donde se orientan las soluciones, lamentablemente atentan contra la fraternidad y la solidaridad en una parte sustancial de nuestra sociedad. En sectores de dirección y marginados, pero todos importantes ya que de alguna manera influyen negativamente en la totalidad.

Se necesitan urgentemente puentes y caminos de comprensión y entendimiento que acorten las distancias y  conduzcan hacia una duradera convivencia humana. Si los líderes o dirigentes no pueden, entonces recurramos a las oraciones. Y como alguien escribió sobre la distancia, maldiciéndola, pero convencido de que podía ayudar a  fortalecer los lazos de  acercamiento que tanta falta hace en estos momentos, comparto con ustedes esta oración:

“Maldito sea lo que nos distancia, lo que nos separa, la enemistad. Bendito sea el espacio vital del encuentro, que ocupa como un don, Cristo, Paz nuestra.

Hay que quitar, borrar… lo que nos separa, el muro, el letrero, también la norma, el privilegio, el desprecio… y eso peculiar que nos hace mirar al otro por encima del hombro. Sucede que uno se cansa de ver la paz siempre proscrita.

Tomar la paz como un trabajo serio. Cargar de paz las palabras,  sentimientos, obras. Escuchar la paz como un rumor, un susurro. Exigir la paz, hacerla, orarla.

Uno quisiera poder ofrecer algo agradable. Tener puentes entre orillas, estrechar manos distanciadas. Brindar por los amantes y amadores de la paz, reconciliadores de oficio y vocación. Brindar por los artesanos de dialogo y concordia. Alzar la copa por ellos, como novios de la paz.

Brindo por aquel que inyectó la paz en la humanidad cuando dijo: Paz a vosotros, y corrió por las venas de la historia, la noticia: Es posible… Él es nuestra paz”.

Santo Domingo, R.D., jueves, 26 de julio de 2012.


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