VIVENCIAS
Juan Francisco Puello Herrera
“No se preocupen en el infierno no hay fuego”. Esta frase apareció en un cartel de un lugar público, trayendo alegría a los transeúntes porque no serían “achicharrados” en caso de ser cierto lo del Infierno. Pero no todo es color de rosa. Las conjeturas que se hacen en torno a la suerte que nos espera después de haber agotado nuestra permanencia en “terreno firme”, son verdaderamente impactantes.
Ese destino está marcado dependiendo cómo hayamos vivido y si hemos sido capaces de entregarnos por amor venciendo toda clase de egoísmo. Esta es mi percepción de lo que nos espera después de haber agotado nuestro ciclo en la vida temporal. Muchos prefieren no pensar en ello porque les causa angustia. Angustia, que se han ganado por la forma que han dado rienda suelta a sus sentimientos y a sus emociones.
Dante Alighieri (nacio en
Florencia, Italia en el 1265,
Murió en Rávena, en el 1321
En la Divina Comedia, el poeta florentino Dante Alighieri nos habla en sucesivos cantos del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Se trata de secciones decrecientes de una cavidad subterránea. Refiere un orden de las penas, en la que se prefigura una jerarquía del mal basada en el uso de la razón; en otras palabras si en nuestros actos hemos estado conscientes del daño infringido a otros.
Estas penas serán determinadas a los pecadores mediante “lo contrario de sus pecados o por analogía a ellas”. Desde esa perspectiva, los pecadores más “cercanos” a Dios, los denominados incontinentes, estarán en los primeros círculos, esto es, “aquellos que usaron el menor uso de la razón en pecar”. Luego siguen los violentos, que fueron cegados por la pasión, aunque a un nivel de inteligencia mayor que los incontinentes. Los últimos en estos círculos, son los fraudulentos y los traidores, “que quisieron y realizaron el mal conscientemente”.
Probablemente lo que más duele a alguien es cuando lo desprecian o cuando no siente que es amado. Por igual pasará con nosotros al final de la jornada, seremos juzgados por el amor que hemos dado a otros. Recordemos que el oficio de Dios es amar, Dios es amor. En el Infierno no hay fuego sino la lejanía de Dios como el mayor castigo.
Santo Domingo, R.D., viernes, 27 de julio de 2012.
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