Narciso Isa
Conde
Las iniciativas de
cooperación y solidaridad de Venezuela hacia la República Dominicana tienen como principal escenario
Petrocaribe y la Refinería Dominicana de Petróleo (Refidomsa), esta último
recientemente convertido en empresa binacional (dada la adquisición por la
parte venezolana del 49% de sus acciones).
Petrocaribe es un programa
multinacional subregional que le permite a nuestro país comprar petróleo y
derivados a través de créditos blandos a largo plazo. Su contenido solidario,
generoso, hacia países no productores de petróleo es único a escala planetaria
y ha sido muy bien valorado.
La distorsión de este
programa en el caso dominicano estriba en la existencia de un Estado
irresponsable y socialmente insensible y
deshumanizado, articulados no pocos de sus altos funcionarios a los negocios
privados en ese renglón; empecinado por demás en usar los combustibles como
fuente de impuestos leoninos destinados al pago de una deuda externa onerosa y
mecanismo de dispendio y robo.
El gobierno no paga ni en
efectivo ni en especie (productos agrícolas, alimentos…) los compromisos
contraídos con Pedevesa como empresa suplidora, generando una deuda de más de 2,700 millones de dólares.
En la sociedad dominicana,
junto a la idea de la bondad del programa venezolano, es generalizada la queja
frente al hecho de que sus beneficios no llegan al pueblo. No se sabe qué hará
el gobierno bolivariano para inducir a la parte dominicana a comportarse de
otra manera, pero lo cierto es que la ejecución por el gobierno peledeísta del
programa de Petricaribe está muy distante de la intención del presidente
Chávez.
Por otra parte, Refidomsa,
como empresa mixta interestatal fuera del control de las transnacionales del
petróleo después de desinteresar la Shell Company, es otra oportunidad para
poner en práctica una política socialmente justa en el ámbito de los combustibles,
sobre todo si la gran experiencia venezolana y el nuevo modelo social de
Pedevesa le sirven de ejemplo; y sus ganancias, que pueden crecer
considerablemente, se destinan a planes sociales de profundo calado humano.
Todavía bajo el viejo
esquema dominicano se alega que sus beneficios se han usado para amortizar los
precios de los combustibles, cuando se sabe que la ley correspondiente se ha
manejado para abultar los impuestos vía alzas de precios al consumidor; y que,
por su manera de operar, esa empresa se
presta a múltiples irregularidades.
La participación
venezolana, portadora de otra visión, que incluye programas sociales de
impacto, está siendo torpedeada por un sector de la parte dominicana dentro del
Consejo de Administración, y muy especialmente desde la secretaria o gerencia administrativa que encabeza el señor
Viriato Sánchez, tecnócrata forjado al viejo estilo de la asociación con la
Shell.
Santo Domingo, R.D., domingo, 08 de julio de 2012.
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