Jorge E. Herrera De León
La “Generación Y”, a la que pertenezco, vivió sus primeros años en una época próspera, pero de labranza. En consecuencia, conoce que el sacrificio y el trabajo duro rinden dividendos. Sin embargo, cuando recorro las redes sociales, y me encuentro con tantas publicaciones y “tuits” vacíos, sin nada importante para la media que los consume, me avergüenzo, entristezco y deprimo.
Al leer las opiniones que insertan en sus páginas personales, escuchar la música y ver las fotos que suben a la internet, pienso que la mayoría de mis coetáneos, son presas irredimibles de la mediocridad y la holgazanería. Ocultar mi desaliento, sería una irresponsabilidad imperdonable, pues esos “pobres semejantes” evidencian que lo único que persiguen es un “ya”, sin mañana ni futuro. Cosa que no comparto.
Amantes de lo extravagante y estridente, pierden la oportunidad de vivir la experiencia sublime que proporciona la belleza estética de lo simple, lo llano, lo sencillo; origen de todo lo grandioso que crea la naturaleza o el hombre con su imprescindible complicidad. De igual modo soslayan la importancia de saber distinguir la diferencia cualitativa entre “lo bueno y lo malo, y lo bonito y lo feo”. Algo realmente penoso…
En una suerte de laberinto insalvable, se les ve confundidos entre letras sin música y melodías sin ritmo; lo mismo que impresionados por la demagogia de políticos sin discurso y pretendidos poetas y escritores, que de tanto rendirle culto al Baco de sus etílicas inspiraciones, escriben verdaderos esperpentos, alegadamente literarios, con la premeditada intención de lograr un inmerecido reconocimiento intelectual, sin el menor rubor.
Y lo peor del caso, es que influenciados por un sin sentido injustificable, se adocenan; y lo que debe ser reacción lógica de rebeldía ante la inconveniencia de lo superfluo, se convierte en un conformismo aberrante cuyo destino es el infortunio. Mí esperanza se aferra a los siguientes versos del atrevido Arjona: “Cuando estés en el fondo de los fondos, ya verás que no hay camino, que no sea el de subir y dirás: ´Aleluya´”.
Santo Domingo, R.D., sabado, 18 de agosto de 2012.
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