Luis Scheker
Nunca he podido estar de acuerdo con la gremialización de
jueces y juezas. En este país, por
anárquico, más que en ningún otro.
Reconozco su derecho. Como diría Joan Manuel Serrat “La Constitución le
ampara”. El derecho a la libre asociación, con fines pacíficos, es un derecho
fundamental del ser humano. Pero los
jueces no son unos seres humanos cualquiera. Con sus muchas necesidades y aspiraciones,
son dioses, o semi-dioses. Se les ha confiado la delicada y difícil función de
juzgar a los demás.
De dar o quitar
libertades, haciendas, honras, reputaciones con su sentencia autoritaria, con
pretensión de ser definitiva, infalible, por terrible que sea: El juez habla
por sentencia, dicen, y rompen el
diálogo. Apegada a la ley y al derecho,
es necesario que así sea, apegado a lo justo sin renegar la cortesía y la humildad.
Las disputas entre particulares y
la lucha contra la criminalidad
hacen del juez una figura sumamente valiosa que necesita ser cuidada
y protegida por el Estado y la sociedad civil, sin necesidad de
sindicalización. Pero también ser supervisados y vigilados, en función del uso de sus facultades y atribuciones. Nada
más necesario y justo.
Los sindicatos
tienen un origen virtuoso y egoísta a la vez: “la unión hace la fuerza” y he
aquí como esa fuerza positiva suele dirigirse en una sola dirección: la defensa
de intereses particulares por encima del interés general; y desencadenar una serie de acciones
perturbadoras y peligrosas: paralización de servicios vitales o necesarios,
huelgas pacíficas, también violentas, chantaje, extorsión en defensa de intereses gremialistas. De
transportistas, estudiantes, médicos,
guardianes de la salud y hasta los maestros, forjadores de la conciencia cívica
nacional. Los jueces - y juezas - aún no han llegado a tal extremo.
Recientemente,
mientras jueces de la Vega, con
justa razón, se congregaron pugnando por mayor número de empleos, mayores facilidades para el buen desempeño de
su oficio y una vida digna acorde con su
investidura.
La Asociación de
Jueces y Juezas (sic) en cambio protesta
y se rebela contra el Consejo del Poder Judicial, órgano instituido por la Constitución de la República para “el
control disciplinario sobre jueces,
funcionarios y empleados del Poder Judicial.”
Sus motivos: dos de sus colegas han sido sancionadas con la destitución
por sus desafortunadas sentencias, sin fundamento, a favor de dos imputados de crímenes de
femenicidio y lavado de activo del
narcotráfico. Considera la Asociación
que al actuar de esa manera el
Consejo se extralimita. Actúa como
gremio sindical, en interés particular, no nacional: Hoy por ti, mañana por mí,
desvirtuando sus altos fines.
Nadie dice ni puede presumir que la función de impartir justicia conforme con la ley y el derecho es fácil. Tampoco su sentencia
está libre de temores y tentaciones. Siendo falible, el Juez yerra. No
siempre su sentencia es justa. Como
tampoco la ley que aplica o el procedimiento que maneja. ser. De ahí que se le
exija prudencia y sentido de equidad, que no toque los extremos. No puede
pretender que su “independencia de criterio” sobrepase el límite de la
racionalidad, la ética y la
moral, sin la cual el derecho es pura caricatura.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 07 de noviembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario