miércoles, 7 de noviembre de 2012

No hay más remedio


Eduardo Álvarez

El poder popular, como instancia suprema,  encuentra en las calles la mayor y más firme manera de expresión.  Sobre todo cuando es violentado y defraudado por quienes dirigen el Estado. Sometida a una situación de abusos, a la población no le queda otra opción que lanzarse a las calles  para impedir nuevas imposiciones y reclamar justicia contra los responsables del déficit presupuestal que estrangula a todo el país.

Abandonar ese instrumento eficaz de protesta para limitarse a los medios tradicionales y las redes sociales es confiar en la simple provocación sin respuestas. No conseguimos resultados si permanecemos sentados ante una computadora, leyendo los diarios, escuchando la radio o viendo televisión. Es ya una utopía esperar que los partidos de oposición se unan en un frente común.

No podemos restar mérito al papel jugado por la Internet en los movimientos sociales y grandes acontecimientos políticos, como los registrados entre 2010 y 2012, en el marco de la llamada Primavera Árabe, dejando notables cambios en Túnez, Egipto y Libia. Sin embargo, fueron las masivas manifestaciones de millares de ciudadanos el factor determinante.

La misma noche que su presidente fue destituido por un golpe de estado el 11 de abril del 2002, miles de venezolanos ocuparon las  calles de Caracas durante tres días exigiendo la reposición de Hugo Chávez. Solo una poderosa demostración de fuerza, como esta fue capaz de pulverizara la trama. El pueblo reimpuso a Chávez  tres días después, el 14 de abril. Aquí, no se materializaron los propósitos de la revuelta de abril de 1965 por la indefinición del depuesto presidente Juan Bosch. Hay quienes dicen que no quiso volver al poder.

Ahora estamos frente a flagrantes delitos de estafa, y tanto el Ejecutivo como el Congreso buscan respuesta al hoyo fiscal cargando a la población más impuestos. Mientras el Ministerio de Obras Pública rescinde decenas de contratos de obra sobre valuadas y, al mismo tiempo, viciadas. Participación Ciudadana denuncia que el gobierno dominicano tiene dos mil cuentas bancarias sin la menor supervisión. Pensiones escandalosas, cónsules y embajadores cobrando sin trabajar, siguen fuera de control. Apenas algunas de las evidencias de que la salida al déficit fiscal de RD$187,000 millones está en la propia administración de los fondos públicos.

Pero todo parece indicar que la decisión inapelable se expresará a través de la mayoría mecánica e irreflexiva del PLD en el Senado. Los diputaos harán lo mismo con el concurso de unos cuantos opositores vendidos. A la justicia, previamente arreglada y maniatada, le corresponde hacerse de la vista gorda. Por tanto, cómplice de abusos y violaciones que deja al pueblo desprotegido, sin más remedio  que lanzarse a las calles.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 07 de noviembre de 2012.

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