viernes, 27 de junio de 2014

!Que malos, que inefables somos!



Por TONY PINA

Que era mujeriego, que le gustaban los tragos y las parrandas, ¿y qué?, ¿acaso no era humano Francisco Alberto Caamaño Deñó?, o ¿a qué ser Dios le ha dado la perfección? Los hombres no se juzgan al nacer, sino cuándo, cómo y por qué mueren. Caamaño tuvo muchos más defectos de los que le endilgan los 'rajados', pero murió abrazando un noble ideal.

Caamaño fue hijo de un inefable general del dictador Trujillo, Caamaño fue comandante de los abominables 'Cascos Blancos' de la Policía política y criminal del gobierno del Consejo de Estado, Caamaño masacró el local del 14 de Junio de la calle El Conde esquina 19 de Marzo, y Caamaño fue pieza clave en la 'Masacre de Palma Sola', el 28 de diciembre de 1962, pero Caamaño fue el primer policía que se opuso a la corrupción en la Policía que encabezaba el general Belisario Peguero; Caamaño fue el coronel que empuñó el fusil para colocarse al frente de un pueblo que el 24 de abril de 1965 se levantó en armas demandando el retorno de la constitucionalidad inculcada al pueblo dominicano con el incruento golpe de Estado del más democrático y honesto gobierno que ha tenido la dominicanidad desde la proclamación de la República Dominicana, que fue y es el gobierno del extinto profesor Juan Bosch.

El Coronel de Abril, aunque por un instante vaciló y luego se asiló durante cuatro horas en la Embajada de El Salvador, supo reivindicarse a tiempo y desde allí salió airoso a comandar las tropas que junto al pueblo marcharon por las calles intramuros de Santo Domingo a luchar hasta el final en contra de la invasión norteamericana.

El Coronel de Abril, el hijo de un inefable general de la dictadura de Trujillo, como lo fue Fausto Caamaño, en lugar de quedarse en Londres como Agregado Militar, donde lo enviaron tras finalizar el conflicto bélico, dejó los placeres de la vida diplomática y pasó a la clandestinidad en aras de construir un proyecto revolucionario que fuera capaz de devolverle la libertad al pueblo dominicano.

Y fue ese mismo Coronel de Abril que, equivocado o no, entrenó en Cuba a quienes en febrero de 1973 vinieron con él al país a internarse en las peladas montañas de su país a luchar en contra del régimen de barbarie y opresión que encabezó durante 12 años el extinto presidente Joaquín Balaguer (1966-78), en cuyos gobiernos miles de dominicanos fueron cobardemente fusilados en calles, cárceles, campos y hasta en los brazos de sus madres, sólo por ser opositores al neotrujillismo sustentado en una oligarquía de oprobios, intolerancia y represión.

Ese Coronel de Abril, a sabiendas de que venía a inmolarse, renunció a toda oferta de vida cómoda para venir a morir cuando, después de ser hecho preso en las montañas, fue alevosamente asesinado y hoy su cadáver ni siquiera se sabe dónde lo lanzaron sus asesinos, muchos de ellos 'vivitos y coleando' sin el menor reparo.

Los méritos de un héroe son sus acciones, y jamás se juzgan sus errores y debilidades. 

¡Lástima que yo mataba pájaros carpinteros con tirapiedras en Boyá y no estuve a tiempo cuando Caamaño moría cobardemente en Nizaíto! Hubiese sido mejor morir a destiempo allí y no vivir leyendo y oyendo tantas barbaridades de dominicanos ingratos, malos y desmemoriados. 

Santo Domingo, R.D., viernes, 27 de junio de 2014.

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