RD y Haití comparten la misma isla. Estamos recibiendo las consecuencias de la miseria que vive el pueblo haitiano. Es tan grande, que con nuestra montaña de necesidades, somos su paraíso soñado. Cruzan la frontera con facilidad, pues no hay controles en ella. Alrededor de dos millones están en el territorio nacional. Unos fueron traídos por empresarios que buscan mano de obra barata para las labores agrícolas y las construcciones, otros llegan saltando montes o sobornando las autoridades, buscando sobrevivir.
No entiendo la respuesta del gobierno, a estas acciones. Ha lanzado la llamada Ley de Regularización. ¿Regularizar que? ¿A los que entran al país, sin importar como? Han olvidado las causas. Se han concentrado en los que brincando obstáculos, llegan a dominicana. Por su hazaña, decidieron entregarle un trofeo: ¡la Ley de Regularización! Todo parece indicar que será selectiva, envuelve injusticia, complicara el sistema. Me resisto a pensar que sea para que algunos puedan votar y para privilegiar empresarios.
Lo único beneficioso de esta ley es que consiguió crear conciencia de la migración ilegal. Es un decir hacemos algo. Después que fue promulgada, ha aumentado la migración. A diario llegan cientos, ilusionados con las facilidades de “regularizarse”. ¿Qué se planea promoviendo esta ley como la gran salvadora, si no cierra la brecha por donde entra el problema?
Preocupados, han surgido voces proponiendo la construcción de un muro que marque la división con Haití. El gobierno “atribuyó la propuesta a personas que se sienten descorazonadas, desesperadas y desconcertadas”. Es verdad. Estoy entre ellas. He dejado de soñar con lo ideal, normas, leyes, dialogo, respeto. El muro, al menos, será una señal de “stop”, un pare, un recordar detener la invasión ilegal.
Proporcionará beneficios. ¿Cuáles? Entre otros, permitirá recordar los límites geográficos de uno u otro país. Dificultará la entrada ilegal de personas y mercancías. Pensarán dos veces, en como saltar y en el caso de las mujeres por parir, se verán precisadas a utilizar oficinas formales. Ayudara a la regularización. En su construcción, cientos de haitianos tendrán trabajo. Será como un monumento que recuerde los esfuerzos para evitar la unificación de la isla y respetar la soberanía de ambas naciones.
Indiscutiblemente, para erradicar el problema debemos ir a las raíces, no a las ramas. Al tiempo que se construye el muro, seguir dialogando con las autoridades haitianas y abogando ante los organismos internacionales para que vayan en su auxilio.
Confieso que me gusta la idea del muro. Ayuda a que las leyes funcionen. De hecho, el
gobierno haitiano, que es mas pobre, se ha adelantado, dándonos tremenda lección. Para controlar el ingreso y salida de mercancías, han construido un muro, en la frontera con Elías Piña. ¡Magnifico!!. Hagamos lo mismo. Para controlar, de manera efectiva, la entrada y salida de personas! Levantemos un muro! a todo lo largo de la frontera con Haití. ¿Qué cuesta menos, construir un muro manejable o tener millones de haitianos ilegales viviendo en el país? Pensemos en los gastos de por vida, en salud, hospitales, comida, educación.
Urge definir lo que queremos y actuar en consecuencia. ¿Deseamos mantener la soberanía o unificar la isla? ¡Ambas cosas pueden lograrse con la Ley de Naturalización! Si la aplicamos correctamente y construimos el muro, tendremos garantía de nuestra soberanía y de una separación clara y legal entre dominicanos y haitianos. Si por lo contrario, la aplicamos sola o la aplicamos mal, de manera selectiva, antojadiza y no construimos el muro, llenaremos de haitianos “legales” nuestro país y poco importará la condición de nadie. La isla será una e indivisible, y cuando no aguantemos mas, tendremos suerte si nos permiten pasarnos al otro lado y vivir en el territorio que hoy apresuradamente abandonan. Reflexionemos. veneciajoaquin2010@hotmail.com
Santo Domingo, R.D., domingo, 22 de junio de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario