Olaya Dotel
Una de las características de las dictaduras es que centran la lealtad en las élites gobernantes, por tanto, la burocracia estatal, así como la ciudadanía quedan al servicio de los intereses de quienes ejercen el poder político.
En el caso dominicano, no hemos sido capaces de democratizar las instituciones heredadas de las dictaduras trujillista y balaguerista, por tanto las fuerzas armadas y la policía nacional son instrumentos para el mantenimiento y reproducción del poder político y económico.
Los cuerpos de seguridad funcionan dentro de una lógica autoritaria de poder fragmentado. Todos mandan y todos son mandados, quedando la ciudadanía pobre al nivel de soldado raso y convirtiéndose en la oportunidad de todo soldado y policía de bajo rango de ejercer su cuota de poder.
Con una vida miserable, sometidos a todo tipo de humillaciones por sus superiores, los hombres y mujeres de los cuerpos de seguridad pública ven perder su dignidad. Su esperanza de una vida mejor la encarnan sus superiores, quienes exhiben sin pudor los frutos de sus actos de corrupción.
La ciudadanía no es más que el instrumento de quien se nutre del poder y a quien hay que mantener bajo control. El potencial enemigo, un peligroso portador de cambio al que se le debe controlar psicológica y físicamente.
Volver a construir cuerpos de seguridad pública, desde una perspectiva democrática implica que estos funcionen en defensa de los derechos de la ciudadanía; proteger la democracia sería para ellos cumplir con la norma, antes que responder a una cadena de mando.
Muchas son las fórmulas que se discuten para transformar a los cuerpos de seguridad pública, lo cierto es que continuaremos teniendo una democracia nominal, mientras que la ciudadanía siga siendo el soldado raso de una cadena de mando clientelar.
Santo Domingo, R.D., miercoles, 14 de julio de 2010
http://clavedigital.com/App_Pages/opinion/Firmas.aspx?Id_Articulo=18126
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