Elsa Peña Nadal
Cuando éramos pequeñas, mis hermanas y amiguitas nos entreteníamos con cualquier cosa: jugando muñecas, a las escondidas; buscando figuras en las nubes, o bien contando las estrellas. Y cuando nos peleábamos, o hasta por pura broma, nos hacíamos morisquetas unas a otras, abanicando las manos apoyadas en el pulgar a ambos lados de la cara, cantando el clásico: “Güititío guatatao, come arroz con bacalao”.
También recuerdo que en el 1990, nos embarcamos, al igual que otros países, en el viaje del Milenio, el cual duraría quince años, y todo parecía indicar que ¡”E pa’lante que vamos! El jueguito, denominado Objetivos de Desarrollo del Milenio, consistía en ir tirando, durante los siguientes quince años, aunque solo fuese la mitad de una carga muy pesada:
--Reducir a la mitad el porcentaje de pobreza extrema y el hambre (redundancia pura); lograr educación universal; igualdad entre géneros; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; controlar el VIH/SIDA; lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, incluyendo mujeres y jóvenes; sostenibilidad del Medio Ambiente, y por último, fomentar la asociación mundial.
Esa vez, todos brindaron felices y se fueron. Pero a no pocos se les quedó en la butaca, la agenda con los apuntes. Era un compromiso de los 189 Estados y gobiernos allí representados, entre los cuales nos contamos (PRD del 2000-2004 y PLD 2004 a la fecha). Pero, ¿sabían nuestros funcionarios, legisladores y la misma oposición, con qué se comía esto?
Recuerdo haber leído en un diario español, que mientras transcurrieran los tres días de esta última Cumbre, para chequear la marcha de los objetivos propuestos diez años antes, en el mundo morirían mas de 70 mil niños a causa de enfermedades tratables, como sida, dengue, leptospirosis, malaria, neumonía, etc.
Hasta el 16 de mayo pasado, y durante la campaña electoral, los políticos oficialistas nos prometieron de todo: hasta “las ruedas cuadradas”, como dicen los chilenos. La oposición, muy ocupada en sus querellas internas, nunca tuvo menudo para devolver cuando se hablaba de “economía blindada” y de un crecimiento económico que iba in crescendo, como por arte de magia. Y se tiñó de morado el mapa nacional.
Por lo menos en nuestro patio, diez años después, son desalentadores los indicadores que nos ofrecen los bien comidos funcionarios de los organismos que conforman la UNESCO; llámense UNICEF, PNUD, OMS, FAO, OIT, Banco Mundial, PHUMA, y ya dejo de contar porque me aburrí.
El mapa morado se reduce pues, a un parche en un ojo morado; y aquí me acuerdo de la pregunta al forastero. Al parecer, el blindaje no era más que el caparazón del cangrejo pues los numeritos dicen que retrocedimos: ahora estamos peor que en el 99 y las consecuencias se extenderán más allá del 2015. Al parecer, en vez de la primera, confundimos el cambio y metimos la reversa.
Y ahora, con las notas todas en rojo y las materias para septiembre, el Ministro de Obras Públicas suelta la toalla y declara que no hay en el presupuesto dinero para emprender las obras ofrecidas y/ o planificadas, pero le faltó agregar que “les debemos a las cien mil vírgenes”, y que la segunda etapa del Metro se llevará la mitad de su presupuesto.
Y casi al mismo tiempo, ante el jurado examinador, en la Cumbre de revisión del cumplimiento de los dichosos objetivos, el presidente Fernández Reyna admitió que no podremos cumplir con lo propuesto, “como puede apreciarse, pero no por falta de voluntad política ni tampoco por falta de planificación o de responsabilidad”.
Y concluyó, exhortando a redoblar los esfuerzos y a diseñar nuevas estrategias de crecimiento y desarrollo sostenible “como actualmente estamos haciendo en Republica Dominicana hasta el 2030, a los fines de generar bienestar y prosperidad a nuestra población”.- (Diario Libre, Pág. 04 del 22 Sep.)
Sin embargo, ahora pareciera que me vuelven a hacer aquellas morisquetas infantiles; que se ríen en mi cara; pero no me hacen ninguna gracia. Y hasta escucho el guititío guatatao, solo que esta vez no hay para el arroz ni el bacalao.
Mexico y Republica Dominicana, gemelos en el dolor y el llanto...:
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