Vinicio A. Castillo Semán
El licenciado Danilo Medina, precandidato presidencial del PLD, declaró en un acto del movimiento “Firmes con Danilo”, realizado en el Club de Mayoristas de San Francisco de Macorís, la semana pasada, que “no quiere un país de números” sino un país donde la gente “se sienta bien”, asegurando que un país “no puede avanzar cuando el 92% de los pobres son hijos de pobres”, al describir el actual estado de cosas que vive el país.
Tal y como lo expresé en un artículo anterior, Danilo, contrario a José Tomás, está asumiendo un discurso crítico frente al gobierno de su partido y del presidente Leonel Fernández coincidiendo con los voceros económicos de la oposición, bajo la falsa premisa de que podrá concitar apoyo en el denominado voto opositor.
El argumento de que no quiere “un país de números” hace alusión directa a lo que es el eje central en materia de logros económicos concretos del gobierno del PLD y lo que lo ha mantenido en el poder en contraposición con su opositor Partido Revolucionario Dominicano. Con esa frase se le quiere decir al pueblo que de nada valen las cifras económicas de crecimiento que ofrece el gobierno de Leonel y sus autoridades económicas, si esto no se ha refl ejado en que “la gente se sienta bien” y en una reducción efectiva de la pobreza en nuestro país.
La crítica esgrimida descontextualiza las raíces de la actual coyuntura económica que vive el país, lo que la hace totalmente injusta. Veamos: ¿Qué recibió Leonel Fernández y su equipo económico el 16 de agosto del año 2004? Recibió un país total y absolutamente quebrado; con una prima del dólar, que hasta antes de la victoria de Leonel rondaba el 50x1; con una infl ación de más de un 60%; una desconfi anza total de todos los sectores productivos nacionales en el gobierno; una galopante pérdida de empleos y de fe en el futuro de la República Dominicana y una drástica caída del crédito público y privado internacional, producto de un pésimo manejo de la crisis bancaria del 2003 con fi nes politiqueros y de hambriento pillaje.
Nadie puede discutir objetivamente en este país que la victoria de Leonel y el PLD en el 2004 revirtieron de forma sorprendente ese tétrico panorama, infundiendo confi anza, palabra clave para el descenso drástico de la inflación y de la prima del dólar que se produjera desde el momento mismo de la transición; restaurando el crédito público nacional e internacional propiciando la vital inyección de capital privado en diferentes áreas de la economía, lo que nos llevó a un crecimiento récord en América Latina, reconocido por todos los organismos internacionales.
¿Pueden decir Danilo y su equipo de asesores que revertir ese desastre dejado por el pepehachismo de triste recordación no representó un progreso importante para la inmensa mayoría de la población? ¿Desconoce Danilo que ese “país de números macroeconómicos positivos” se tradujo en la creación de cerca de 500 mil empleos? La pasión política no puede hacerle olvidar a Danilo que ese, y no otro, fue el fuerte principal de Leonel Fernández para que su partido y posteriormente su país lo prefirieran para seguir gobernando a partir del 16 de agosto del 2008.
Danilo Medina.
¿Qué pasó posteriormente a partir del 2008? Si queremos ser justos y no asumir un discursito populista y politiquero, el gobierno del Presidente Fernández enfrentó la más grave crisis internacional que registra la historia en dos vertientes: la de los combustibles, llegando a situarse el barril de petróleo a más de US$150.00 en un momento dado; y la crisis fi nanciera y bancaria mundial que llevó a la quiebra a la mayor parte de los bancos norteamericanos y europeos y que ha llevado el desempleo actual en los Estados Unidos y España, principales socios comerciales de nuestro país, a cifras escalofriantes e inimaginables que rondan el 25%.
Tal y como ilustró oportunamente el spot de campaña de José Tomás Pérez en apoyo al PLD en las pasadas elecciones, Leonel Fernández, su partido y el Bloque Progresista, al mando del barco llamado República Dominicana, logró sortear con éxito las poderosas marejadas de esa crisis internacional sin mayores daños ni traumas para nuestro pueblo, exhibiendo el “país de números” que, pese a todo y a los presagios de catástrofes y hecatombes económicas que la oposición se había encargado de pronosticar, siguió refl ejando un crecimiento económico importante.
Todo lo descrito anteriormente, no nos impide objetivamente plantear nuestras diferencias, preocupaciones y reclamos como aliados, en cuanto al monto del endeudamiento externo y al evidente desbordamiento del gasto público en algunas áreas del gobierno, matizado por inconductas de algunos de sus incumbentes, en procura de que más cosas puedan hacerse y mejorarse, siempre contando con la imprescindible estabilidad y crecimiento que el “país de números” nos ofrece.
A un precandidato del PLD no le luce asumir el discurso del “país de números” como obvia crítica al gobierno de su partido, sino todo lo contrario.
Si algún chance tiene el PLD sin Leonel Fernández de candidato para el ’12, es escoger un candidato que enfatice los logros fundamentales que en materia económica han caracterizado sus gestiones, y lo que esto ha representado para mejorar la suerte de los pobres de este país. Esa es su mayor diferencia cualitativa con el PRD, que lamentablemente ha probado que cada vez que ha ido al gobierno ha destruido la economía de la República Dominicana, con todo lo que ello ha implicado para sus ciudadanos.
Santo Domingo, R.D., lunes, 04 de octubre de 2010
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