Silvio Herasme Peña
Con la intentona golpista del jueves contra el presidente de Ecuador, Rafael Correa, suman cinco las intentonas golpistas contra los gobiernos definidos como “progresistas” esta década en América Latina.
Contra gobiernos salidos de las urnas y caracterizados por sus medidas orientadas a mejorar el nivel de vida de sus respectivos pueblos. Sólo un golpe se consolidó en Honduras, que sufre todavía las repercusiones ominosas de esa asonada.
Desde Washington hasta Buenos Aires, pasando por las Antillas mayores y menores, se levantó una sola protesta contra lo que ocurrió en Quito el jueves aunque se pronunciara en varios idiomas.
Leonel Fernandez (Republica Dominicana).
Fue Leonel Fernández quien visionariamente proclamó esta semana pasada que “la democracia llegó a América Latina para quedarse”.
No pensaba el Presidente de la República que sus palabras tendrían resonancia positiva tan pronto.
Los golpes contra los gobiernos progresistas se iniciaron en el 2003 en Venezuela, casi el mismo día que se acogió la Carta Democrática de la OEA, en Lima, Perú, el día antes del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, un capítulo negro en los anales de la historia post II Guerra Mundial.
Hugo Chavez, (Venezuela).
.En vías Hugo Chávez de expulsión el pueblo de Venezuela se levantó –como lo hizo el jueves el de Ecuador- para defender su gobierno y su proceso político que significa la realización de metas como la educación, la salud y otros atributos.
Luego vino el intento de golpe a Evo Morales en Bolivia con el levantamiento de Santa Cruz, mas fallido aún que el de Venezuela.
Más adelante se quiso desconocer el triunfo de Fernando Lugo, pese a que fue un obispo católico, representaba una brisa nueva y fresca en la sociedad de ese país.
Le siguió el inefable golpe militar contra Manuel Zelaya de factura típicamente oligárquica por le adhesión de ese país al Alba y su acercamiento a Hugo Chávez.
Pero aquí se advirtió “manos norteamericanas”, aunque no las del presidente Obama.
El del jueves sólo ha sido el último, porque están aún pendientes la consolidación del presidente Funes, de El Salvador, presionado por la oligarquía del Partido Arena de ese país y la desembocada delincuencia de las pandillas de los Maras.
Daniel Ortega, (Nicaragua).
El gobierno de los Sandinistas de Nicaragua luce estable gracias a la experiencia de su presidente Daniel Ortega, el viejo líder de las guerrillas que derrotaron a la tiranía de Anastasio Somoza.
Pero el jueves le correspondió el turno al Ecuador inspirada también por la extrema derecha liderada por el ex presidente Lucio Gutiérrez desde su rancio cubil en Brasil.
¿Porque quién puede pensar que un grupo de policías, por sí mismo, se amotinarían reclamando conquistas económicas que en realidad -como el presidente Correa- le fueron vendidas como un perjuicio cuando en realidad es un reconocimiento? Esas consignas y ese disgusto solo pueden ser trabajado por conspiradores enemistado con Correa sus políticas progresistas a favor de los más humildes de la sociedad. Desde los indígenas y cholos, hasta la clase media reducida a la miseria por los desastres económicos de gobiernos anteriores entre los que están los de Lucio Gutiérrez y de Edison José Mauad que fulminaron el erario público hasta el punto de devaluar vergonzosamente la antigua moneda nacional denominada con el nombre del fundador del país: José de Sucre.
Un presidente intrépido como Rafael Correa, un pueblo valeroso y unas fuerzas armadas conscientes de su deber operaron a la vez para frustrar la asonada golpista.
Ecuador debe resurgir con esplendor de la jornada cívica del jueves y consolidar su prestigio en América Latina para hacer más educado, menos pobre y más optimista a un pueblo que lo ha merecido siempre.
El presagio, o vaticinio del presidente Fernández ha quedado acreditado con letras de oro en el espíritu de la región: “Ni golpe de Estado, ni guerrillas”.
Ahora transitaremos por la senda de la paz, y si un gobierno gana las elecciones como el caso Piñera, de Chile, ese gobierno tendrá que ser exaltado al podio cuya gestión será acreditada como “buen” o “mal” gobierno, pero solo sustituible en las urnas.
Mao Tse-Tung (Republica Popular China).
Los tiempos maoístas de que el “triunfo sale de la boca de los fusiles” es una sentencia que para los latinoamericanos ha quedado totalmente obsoleta y sin contenido espiritual ni político. Sino pregúntenles a los uruguayos dirigidos ahora democráticamente por un ex guerrillero.
El mensaje es claro como un amanecer y rejuvenecedor como las frescas aguas de un manantial.
Enhorabuena.
Santo Domingo, R.D., domingo, 03 de octubre de 2010
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